28 de febrero de 2020

LA GAYA PEDAGOGÍA

Argumenta Nietzsche que la vida es tan compleja y las palabras tan simples que es difícil mostrar la verdad de forma narrada. El método científico está sujeto al lenguaje y, por ello, está limitado para explicar fielmente la realidad. Se necesita un nuevo paradigma más parecido a la música que no sólo explique sino que haga sentir y conocer la realidad de las cosas de una forma más vital y alegre. Es lo que Nietzsche llama “La Gaya Ciencia”.
También en educación necesitamos una “Gaya Pedagogía” que pueda aproximarse al verdadero hecho educativo. Son muchas las metodologías, enfoques, movimientos e innovaciones que pretenden alumbrar soluciones definitivas a la complejidad de la enseñanza y el aprendizaje. Y las maestra y los maestros andamos liados buscando una verdad que nos sostenga, en este difícil quehacer diario entre tantas tendencias y teorías.
La neurociencia, actualmente tan de moda, nos regala avances insospechados, nadie lo duda, hace tiempo que lo sabíamos. Por fin la ciencia demuestra que la emoción es central en el acto educativo. Pero, claro, no sólo aprende el cerebro. Somos seres sociales, vinculados emocionalmente, que tienen una cultura, ideología, historia y conciencia. Somos algo más que lo que está en el cuerpo.
La educación emocional ha significado un gran avance en los últimos tiempos. Se ha demostrado que una persona equilibrada emocionalmente tiene más éxito social y es más feliz en la vida. Pero, ¡cuidado!, he visto muchas veces en la escuela a chavales coloreando caritas contentas mientras se aburrían como una ostra.
Los aprendizajes cooperativos, con implicación de la familia y la comunidad, es una forma de aprendizaje eficaz como muy bien se ha demostrado. Pero puede quedarse sólo en el método. Aunque es verdad que añade contenidos imprescindibles, como la vertebración social, el aprendizaje solidario o la empatía, no cuestiona otros contenido. ¡A ver si aprendemos muy bien cosas que no debemos!
La enseñanza globalizada, actividades integrales, las unidades didácticas integradas, los aprendizajes basados en proyectos,… han sido y serán formas coherentes de aprender contenidos porque siempre el todo es más que la suma de las partes; porque se aprende los contenidos en contextos de forma significativa. Pero es necesario elegir cuales son los temas a aprender. Y eso es una decisión ética y política importante. No sólo hay que aprender bien, sino que hay que decidir qué es necesario saber para la vida.
Las metodologías activas centradas en el juego, que desde hace tiempo apuestan por el aprendizaje autónomo de las niñas y niños en contextos ricos y sugerentes de experimentación, como los aprendizajes heurísticos o las escuelas libres y en la naturaleza tienen la dificultad de que, paradójicamente, necesitan de hábiles educadores reflexivos que programen esos espacios y experiencias. Mientras más libre sea la escuela más necesario es un experto profesorado.
Las enseñanzas tecnológicas, como las TIC, última panacea de nuestro tiempo, pretende, mediante la revolución que ha supuesto la informática,  solucionar todos los problemas educativos. Pero nos emplaza a una realidad virtual que ya nos está creando problemas. Estamos habituados a ver grandes pizarras digitales presidiendo el aula en las que sólo se proyecta el libro de texto para que hagan las tareas. Y, sobre todo, vemos a un alumnado cada vez más desconectado de lo social y más conectado a las pantallas y a lo virtual.
Las metodologías interactivas basadas en la construcción de pensamiento, como las clases dialógicas o las aulas filosóficas, educan generando pensamiento y ayudan sobremanera a crear ciudadanos críticos. Nada nuevo desde Séneca, pero muy necesarias en este mundo tan complejo. Necesitamos para ello profesorado experto en el arte del cuestionar más que en las técnicas de enseñar.
La educación en la naturaleza, ecológica y ambiental surge, hoy día, como contrapartida al mundo digital, tecnológico y economicista. La ley del péndulo. Volvemos a los orígenes, a tocar tierra en educación. A ver si, al menos, levantamos el cemento de los patios de los colegios.
La investigación acción o las Lesson Study son las metodologías investigadoras que producen mejores resultados para el perfeccionamiento del profesorado. Miremos, si no, a Japón y Singapur en los ranking mundiales. Pero necesitamos abandonar nuestros egos para dejarnos evaluar por nuestros iguales.
También destacar las tendencias espirituales: educación en valores, Waldorf, Yoga y Mindfulness, entre otras, que buscan objetivos más esenciales en la construcción del ser humano. A veces, fuera de la realidad de nuestras escuelas.
Y para finalizar destacamos las últimas tendencias en educación: las inteligencias múltiples y la pedagogía holística, dos pretensiones de una visión total de la educación. Pero quizás de tanto mirar la complejidad se les escapa la mirada y la escucha de los niños y niñas en las escuelas.
Simple y torpe resumen hemos realizado de las tendencias educativas actuales. Pero queremos concluir que necesitamos una pedagogía con menos palabras, casi siempre huecas; con menos narraciones, sin lenguaje siquiera. Una Gaya Pedagogía, como diría Nietzsche, que argumente con música, que haga sinfonías, óperas y canciones; que lo integre todo, para que podamos aprender bailando, cantando, jugando, pensando, mirando, escuchando, compartiendo, sintiendo y amando. ¡Celebremos pues la Gaya Pedagogía!, una solución integradora que mejore la educación de la Gaya Tierra.  

 

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