13 de septiembre de 2023

LA HIPERSEXUALIZACIÓN DE LA INFANCIA

Una compañera de Educación Infantil me manda una foto del regalo que le ha salido a su hija en una bola sorpresa, de esas máquinas que hay por las aceras para sacarles unas perras a las familias que quieren evitar una rabieta. 

La sorpresa se la llevó mi amiga al ver el regalo que le tocó a su hija pequeña: un hermoso y voluminoso culo de goma de una chica manga en una tarjeta. Era un dibujo de una sensual mujer con un voluminoso trasero de goma, en relieve, invitando a tocar. El mercado sabe que el sexo vende y mientras antes comience a crear una cartera de clientes, mejor; aunque para ello destruya la inocencia de la infancia.

En mi aula de Educación Infantil, algunas alumnas, intentando agradar, o contrastar información de sus familias que no entendían, se levantaron la camiseta y me mostraron sus tops, a modo de sujetador, cuando apenas habían cumplido 5 años. Evidentemente, alguien puso esa prenda en ese inocente cuerpo, sexualizándolo, sin percatarse de la disfunción que podía generar en el desarrollo de esa chica.

Se ha normalizado que las chicas y chicos de 4 o 5 años tengan novios o novias. Yo me quedo anonadado  cuando veo el beneplácito gracioso de sus familias. No me refiero a jugar a ser novios, que eso es normal si surge de la infancia, en un intento de jugar a comprender lo oculto; sino a la complicidad de la familia en sexualizar a sus infantes. No saben el mal que están haciendo en el desarrollo de sus vástagos. Y es que, hoy día, se visten igual las madres y las hijas, los padres y los hijos, en una cultura que ningunea la infancia.

Que las chicas jueguen a pintarse las uñas o los labios es normal, porque el juego simbólico es un tanteo para crecer y sentirse mayores; o que se metan un muñeco bajo el vestido para simular un embarazo también es aceptable. El juego simbólico es parte del desarrollo de la infancia. Pero que las chicas vengan a clase con las uñas y los labios pintados, y maquilladas, es algo pernicioso, creo. Y que los chicos vengan con tatuajes con bolígrafo en sus brazos, enseñando músculos, y retando, no es un simple juego sino un reflejo de la sociedad en la que se están desarrollando. Por eso debemos estar expectantes, tanto familias como profesorado.

Eso me viene a la cabeza cuando una amiga, educadora social, me cuenta que está tratando muchos casos de agresiones sexuales de preadolescentes de diez años. Y es que todo lo que sembramos tiene consecuencias.

Es necesario ir quemando faces poco a poco, desarrollar cada estadio del desarrollo en todas sus posibilidades, sin adelantar ninguno, para así poder sustentar el peso de otras etapas. El desarrollo humano es como una pirámide. En la base, en los primeros años, el máximo de desarrollo: sensorial, psicomotriz, de contacto, lenguaje y conexión amorosa, etc. Sobre ese soporte se sostiene lo simbólico: el juego, las primeras relaciones sociales, la seguridad y el desarrollo de la identidad. Estos aprendizajes son imprescindibles para soportar la compleja adolescencia y la juventud, dos momentos de cambios en la vida hacia la adultez, que necesitan de una base equilibrada.

No debemos alterar esta secuencia del desarrollo, una hipersexualización de la infancia antes de tiempo produce desajustes psíquicos con consecuencias posteriores nefastas.

He visto en mi escuela a chicas de 10 años vestirse como jóvenes cuando van de fiesta un sábado por la noche, y se exhiben en Tik-Tok con poses sensuales, con bailes eróticos de traseros insinuantes, aderezado con seudo-músicas actuales. Es lógico que no atiendan cuando se explica un tema de ciencias o matemáticas.

La hipersexualización de la infancia se genera por un mercado que hace clientela para un futuro boyante. Por eso desde la escuela debemos ser tajantes y contrarrestar tanto desvarío. Las niñas y niños vienen a la escuela a educarse y debe prevalecer el respeto a sus etapas de desarrollo. Debemos contrarrestar toda la carga de hipersexualización de la infancia que el mercado nos impone. Porque, tarde o temprano, nos explotarán en la cara todo lo que hemos tolerado.

Así qué, en la escuela debemos contrarrestar tanta pantalla, y jugar a la gallinita ciega, al corro de la patata, a la estatua, al mate o a cualquier juego o deporte tradicional, para que las niñas y niños de nuestras escuelas puedan tener una base en la que sustentar su futura existencia. Ya vendrán otros momentos placenteros y complejos cuando tengan edad para ello. Cada cosa a su tiempo.





3 de septiembre de 2023

EL FIEL DE LA BALANZA

La sociedad se está polarizando. Intentan que estemos a un lado o a otro de la balanza: buenos o malos, españoles o antiespañoles, comunismo o libertad, conmigo o contra mí, blanco o negro… y la gente común nos encontramos en el charco, entre Pinto y Valdemoro. Es una evidente simplicidad, pero estamos comulgando, sin saberlo, con la bipolaridad.

Según la RAE, en su segunda acepción, fiel es “la aguja que juega en la caja de las balanzas y romanas y se pone vertical cuando hay perfecta igualdad en los pesos comparados”.

Es evidente que vivimos en un mundo diverso y complejo que no es necesario justificar. Pero nuestra mente está programada de forma simple, y las mentes digitales de las nuevas generaciones, mucho más. La dualidad es la más obvia de las mentiras, pero funciona. Los políticos lo saben y buscan siempre poner un fiel que parta a la sociedad en dos mitades, evitando aceptar una sociedad cada vez más compleja. Es necesario resistirse a tanta simplicidad.

El tema está desubicado, porque la cuestión no es dónde ponemos el fiel de la balanza, sino en si es pertinente poner un cuchillo que nos parta por la mitad con criterios contrapuestos.

Educar es un acto político, no es posible educar sin ideales ni objetivos. Es necesario educar a favor de los derechos de todas las personas, sobre todo de los más desfavorecidos; es imprescindible corregir los desajustes económicos que genera este mundo, contrarrestar los poderes perniciosos, proteger a las minorías… y reflexionar sobre este mundo que nos ha tocado vivir con una actitud crítica, para que la gente viva de forma decente y pueda ser feliz.

Recomiendo visualizar la película La ola, dirigida por Dennis Gansel. Es una obra maestra que recrea la experiencia educativa La tercera ola, en Alemania, y nos revela lo fácil que es dividir a la población por la mitad con un simple fiel de la balanza, y lo fácil que es hacernos creer que somos exclusivos, superiores, únicos, elegidos… frente a los demás, y odiar al diferente creyéndonos en la verdad. Cada vez que la veo se me altera el corazón y otorgo más importancia a una educación integradora que acepta la diversidad.

En esta película se muestra cómo con técnicas de control emocional y social se puede generar personas simples, nada reflexivas, despertando las emociones más viscerales y letales, sin reflexión ninguna, creando identidades contrapuestas fáciles de manejar.

En una sociedad compleja es necesaria una educación diversificada, holística, personalizada, profunda, reflexiva, investigadora…, siempre mejorable. Y es imprescindible huir de los análisis simples, en donde hay buenos y malos separados por el maldito fiel de la balanza.

Si fuese necesario un fiel de la balanza debería ponerse entre el respeto a los Derechos Humanos contra quienes quieren seguir teniendo poder y privilegios. Pero lo mejor es no dividir a la sociedad en mitad alguna, sino educar en la sociedad de la incertidumbre, para que aprendamos a vivir en la compleja y verdadera diversidad humana.