27 de enero de 2016

ATENCIÓN PLENA





En las clases de infantil de mi cole estamos trabajando con regletas. Es un material estructurado que alimenta la mente. Sus colores, formas, tamaños y textura  ejercen un poder mágico en el alma de la infancia.

Vaciamos las cajas de regletas en las mesas y se tiran en cuerpo y alma al juego de las posibilidades. Sobran las palabras. Todos, entusiasmados, actúan con esos palitos de colores, tocando, construyendo, tanteando,  imaginando, sintiendo y pensando,… Las pequeñas mentes comienzan a trabajar de forma creativa y las almas de van sosegando. La concentración es máxima. Unos buscan ordenar por tamaños y colores, otros construyen torres y juegan de forma simbólica, buscando la simetría en la colocación de las piezas; muchos se interesan por el equilibrio de las regletas encaramadas unas a otras, sintiendo excitación cuando flotan en el aire por arte de magia.

“Mira lo que hago” es la frase más oída. Buscan compartir sus emociones cuando consiguen el más difícil todavía. Se dibujan caras de satisfacción, asombro,… y de frustración, cuando se caen las piezas. Los pequeños se enfadan cuando no consiguen lo que quieren, mientras los más maduros son capaces de intentarlo una y mil veces. Realizan formas geométricas, letras, estrellas, muros, alfombras, escaleras, castillos y trenes. Los números aparecen de forma natural en las conversaciones. Los conceptos lógicos y matemáticos surgen en el lenguaje de forma espontánea: grande, pequeño, alto, bajo, arriba, abajo, más alto,…, cinco, siete, muchos, pirámide, cuadrado, series,…

Hoy, mi atención no la puse en los contenidos que trabajaban. Hoy, me fijé en sus caras, en sus ojos, en sus manos. El juego con regletas requiere de una concentración máxima, de una motricidad precisa, de un control equilibrado de sus cuerpos y de sus almas. Hoy fui consciente de que, mientras jugaban, los niños y niñas de infantil estaban ensimismados en la tarea, entraban en un estado de atención plena.

Entonces pensé: quizás, estamos buscando técnicas que compensen las necesidades de atención y motivación de los niños y niñas de nuestro acelerado mundo, como Mindfulness o Yoga, y luego seguimos trabajando con actividades rutinarias, sin sentido. Quizás, la solución esté en realizar actividades en donde el alumnado se muestre  presente, con atención plena.