19 de agosto de 2013

UNA ESCUELA PÚBLICA Y DE CALIDAD

(Resumen de la ponencia en Las Jornadas de Educación Infantil, Axarquía 2013) Cristóbal Gómez Mayorga


Un mantra resuena una y mil veces en todos los discursos pedagógicos de nuestro tiempo: “una escuela pública y de calidad”. Pero no todo el mundo entiende lo mismo por “pública” y mucho menos por “calidad”.
En primer lugar es imprescindible distinguir entre lo que proclamamos y lo que hacemos. En un mundo en el que el discurso ha sustituido a la realidad se hace necesario, más que nunca, establecer esta diferenciación:
“Las teorías declaradas, verbalizadas, y las teorías en uso, el conocimiento en la práctica, de cada individuo, constituyen universos relacionados, complementarios, pero independientes y a veces discrepantes” (Chris Argyris).
1.- ¿Qué es una escuela pública?
La escuela pública es la que acoge a todas las personas, independientemente de su cultura, origen, sexo, religión o dificultades. Pero acoger no es sólo un imperativo legal, sino unas disposición. Una institución pública es la que crea vínculos afectivos entre toda la comunidad y desarrolla estrategias organizativas, temporales, espaciales, comunicativas y de participación para que todas las personas se sientan partícipes y vinculadas emocionalmente.
La escuela pública es la que plantea una pedagogía de las relaciones y de la participación, porque es en la convivencia con los demás donde nos vamos educando.
La escuela pública acoge a todas las personas con sus diferencias porque ve la diferencia como un valor, porque sólo viviendo la diferencia aprendemos a respetarla, porque el desarrollo de la inteligencia se produce cuando nos paseamos por las mentes de los que son diferentes.
La escuela pública es la que plantea metodologías integradoras, aprendizajes cooperativos, actividades abiertas y múltiples para desarrollar las capacidades de cada una de las personas, independientemente de sus peculiaridades sociales, culturales o intelectuales. La escuela pública es la que se compromete con el medio ambiente, con los pueblos más desfavorecidos, con las personas con dificultades, propicia la participación de toda la comunidad educativa y educa en valores de respeto, solidaridad, empatía, cooperación, ayuda, coeducación, solidaridad y amor.
La escuela pública responde a las necesidades e intereses del mundo en que vive y se constituye en vehículo cultural del lugar que habita. Es la escuela del pueblo y para el pueblo.

2.- ¿Qué es una escuela de calidad?
La complejidad del concepto de calidad ya lo apuntó la UNESCO en el Education of All, Global Monitoring Report, 2005, subtitulado: “El imperativo de la calidad”. En este documento subraya la pluralidad de significado del concepto de calidad y distingue entre paradigmas humanista, conductista, crítico, economicista, etc. Sólo dos ejemplos contradictorios para vislumbrar la polisemia del concepto:
La calidad economicista se caracteriza por un marcado individualismo y una obsesión por la eficiencia, la productividad, la competitividad, el pragmatismo y el eclecticismo. Conceptos provenientes de los campos de la economía penetran con fuerza los discursos educativos: privatización, rendimiento de cuentas, énfasis en resultados, mejora de la competitividad, medidas estandarizadas, procesos de acreditación internacional y calidad total, son sólo algunos de los conceptos que han migrado de la administración de empresas a la gestión escolar.
La calidad desde un paradigma humanista podemos verla en el libro de Santos Guerra “Las trampas de la calidad” en donde plantea que: “la escuela ha de estar basada en la superación de las desigualdades, el espíritu de justicia, el respeto a la diversidad, el desarrollo de la comprensión, de la crítica y del análisis” .
Una vez diferenciado los paradigma hay que tomar partido, porque la educación no es una ciencia positiva sino ética. Debemos decidir lo que queremos que sea. Y queremos que una escuela de calidad sea cálida. Una escuela de calidad es la que cuida cada rincón de la casa común. En la que no haya edificios sino hogares, no existan cierres sino aperturas, no rejas sino plantas, no cemento sino tierra, no grises sino colores, no bancas sino muebles,... Porque la escuela no debe ser una institución estatal sino el hogar de una comunidad educativa. Como dice mi amiga Ana Gallego “una escuela de calidad es la que tiene papel en los servicios porque eso tiene que ver con la dignidad de los seres humanos.
Una escuela es de calidad si desarrolla salud.
Una escuela de calidad es la que genera pensamiento.
Una escuela de calidad es la que da cabida a los sentimientos.
Una escuela es de calidad si provoca el deseo de aprender.
Una escuela es de calidad si deja jugar a la infancia, porque el juego es la actividad que construye a las personas.
Una escuela es de calidad cuando desarrolla la identidad individual y crea identidades solidarias.
Una escuela de calidad es la que pone límites. Porque los límites nos conforman. Pero los límites no son arbitrarios sino que señalan el  lugar de las demás personas.
La escuela de calidad implica metodologías abiertas, cooperativas, integradoras: asambleas, espacios ricos y tiempos libres, trabajos por proyectos, tareas integrales, actividades globales; espacios y materiales naturales, agua, tierra, animales, plantas, luces, madera, telas, texturas,… 
Una escuela es de calidad si crea arte, si disfruta con las manifestaciones culturales y desarrolla la expresión artística.
Una escuela de calidad es la que integra a toda la comunidad educativa, la que implica a las familias y se proyecta en la sociedad en la que vive. La escuela es de calidad si se enfrenta a los nuevos retos que el futuro nos repara. 
Además, la escuela de calidad debe plantear reflexiones introspectivas de sus agentes. Porque debemos analizar y afrontar desde donde educamos, ya que en gran medida reproducimos o proyectamos nuestras concepciones inconscientes. Educamos con lo que somos y no con lo que sabemos. Para mejorar la educación también debemos cambiar nosotros.
En definitiva, creemos que una escuela pública y de calidad es la que construye seres humanos con los elementos imprescindibles para la construcción de personas: la escucha, la mirada, la caricia y el amor. Porque nos hacemos humanos cuando alguien amado nos mira, nos escucha y nos acaricia. Una escuela pública y de calidad es la que trabaja y educa sobre tres grandes contenidos curriculares: el yo, los demás y el mundo. Lo dijo la UNESCO definiendo las tres competencias básicas:
§Descubrirse, comprenderse, amarse y autorregularse.
§Descubrir, comprender y amar a los demás.
§Descubrir comprender y cuidar el mundo.
La escuela pública y de calidad es la que hace evaluación educativa, no la que califica. Porque calificar es crear una perversa estructura vertical y fomentar el individualismo y la competitividad. Evaluar, en cambio, es profundizar sobre la comprensión para mejorar.
Una escuela pública y de calidad, en suma, es una escuela viva en la que puede vivir todas las personas del mundo.

Verano de 2013