7 de enero de 2013

PROHIBIDO PENSAR



En la alfombra de mi cole, en la asamblea diaria, nos da, a menudo, por pensar. Y pensamos y pensamos sobre cualquier tema que nos llegue en forma de objeto, cuento, conflicto o entusiasmo. Y es que pensar es un deporte que se está perdiendo en la escuela, y en la vida.
Estamos, quizás, tan preocupados del cuerpo que, a veces, nos olvidamos de la mente. Cada vez hay más gimnasios y menos bibliotecas.
El poder, el sistema, o simplemente la inercia irracional se han apoderado del alma de la infancia y la ningunea de mil formas, para evitar, en lo posible, que sean personas “sentipensantes”, como dice Eduardo Galeano en su Libro de los abrazos.
Mediante el miedo, la infancia se encadena a cadenas televisivas, se encierra en escuelas infranqueables y se premia en parques de atracciones de cartón piedra con vivos colores.
Lo definitivo sería prohibir los niños y niñas de nuestras vidas. Es la única forma de evitar el peligro. Ya hay muchos colegios que no utilizan tijeras, ni punzones, para evitar accidentes, ni pegamentos para no provocar el consumo de droga; y es usual ver patios de colegios envueltos en cemento aséptico, en los que está prohibido subir a los árboles.
¿Cómo educar, entonces, en la autonomía?, ¿cómo aprender el autocontrol?, ¿cómo crecer en autoestima si no hay peligros que salvar?
En mi cole, los niños y niñas se comportan como niños y  niñas, como en todos los colegios del mundo, pero cuando cogen las tijeras o usan el ordenador saben que son objetos peligrosos, de mayores, de verdad. Y es ahí cuando crecen, cuando se crecen, cuando desarrollan capacidades adultas, cuando maduran a golpe de atención y de cuidado.
Eso se pierden los niños y niñas que parapetados en un cuadernillo de fichas y lápices de colorear, se les priva del asumible peligro. Porque el crecimiento se produce en el riesgo, en la aventura, en el peligro, en marcarse retos y superarlos.
Pero lo más grave es que, en muchos colegios, han prohibido pensar.  Y rellenan fichas y fichas sin sentido, sentados en sus sillas, sin articular palabra,  para evitar, en lo posible,  cualquier movimiento de neuronas amenazantes. Ese es el gran peligro. No vaya a ser que les de, en un futuro, por cambiar el mundo.

Pensando sobre el nuevo año.
Enero de 2013