11 de marzo de 2012

Un proyecto de verdad


Son muchos los proyectos interesantes que hacemos en el aula: el cuerpo humano, los peces, la prehistoria, los dinosaurios, los castillos o las hadas. Hay veces que acertamos, que el proyecto de trabajo se vincula emocionalmente con los intereses de los niños y niñas del cole. Otras veces vamos a trompicones intentando ilusionar al alumnado para que se interese por esos contenidos que nos parecen relevantes para su desarrollo. Pienso que un verdadero proyecto funciona realmente cuando los chavales lo juegan diariamente en su tiempo libre, en su vida cotidiana, en sus actividades simbólicas, sin que medie ningún adulto. Esto no siempre ocurre. Por ejemplo, hace meses que trabajamos los dinosaurios y aún siguen jugando en el patio a que son paleontólogos que limpian con pinceles trozos del suelo buscando fósiles de animales. Pero con el proyecto de Perú se ha producido una situación mágica. Una vez acabado, siguen jugando a que son Incas que cazan anacondas, llamas o cóndor, bailan las danzas andinas, canturrean canciones peruanas y escriben cartas para que vuelvan de nuevo a visitarnos los amigos de Perú. Y es que este proyecto comenzó siendo de verdad y, por tanto, sigue vivo en el alma de los chavales.
Comenzamos colaborando con los mercadillos solidarios organizados por el AMPA del cole, desprendiéndonos de nuestros juguetes de pequeños para comprar nuevos juegos. Y tomamos conciencia sobre el valor real del dinero, que puede salvar de la calle y dar de comer a gente que lo necesita.   Vimos vídeos de los niños y niñas de la Comunidad Sagrada Familia de Perú, a la que iban destinados los fondos del mercadillo. Y una vez vista sus caras, los sentimos cercanos y comenzamos a hacernos preguntas sobre sus costumbres, sus juegos, sus vestidos o su pobreza. Y aprendimos muchas cosas sobre Perú. Nos interesamos especialmente sobre los antiguos habitantes como los Incas. Y construimos indiacas para jugar como ellos, y tragasueños para desterrar nuestras pesadillas, y nos disfrazamos con plumas y pinturas hechas con tierras de colores de nuestro patio. Y aprendimos danzas andinas, que bailamos, junto a todo el colegio, el día de la Paz, en una liturgia de comunión entre los pueblos. Y entonces, se produjo el acto mágico: los niños y niñas de la Comunidad Sagrada Familia de Lima vinieron a nuestro colegio. Viajaron desde Perú para vernos, para deleitarnos con sus canciones, para convivir con nosotros, para compartir sentimientos y para ayudarnos a construir otra mirada sobre los pueblos más desfavorecidos, en donde habita gente como nosotros. Y es entonces cuando el proyecto se hizo vida, porque era de verdad.
Gracias amigos y amigas de Perú por elevar nuestra torpe mirada.
Cristóbal Gómez Mayorga
Marzo de 2012