En
el aula de Educación Infantil, cada día, movemos el cuerpo y el alma: baile, juegos,
teatro, canciones, cuentos… Los martes toca psicomotricidad y vamos al salón de
usos múltiples; y jugamos con algún elemento que interactúa con nuestros
cuerpos: pelotas, pañuelos cuerdas, ladrillos, picas, colchonetas o cajas de
cartón. Hoy toca periódicos. Pongo música suave y despliego cada hoja en el
suelo: despacito, al ritmo de la música, con parsimonia. El alumnado
expectante, como siempre. Cuando tengo todo el suelo cubierto de papel, invito
al alumnado a que me siga. Ando muy despacio sobre cada hoja, con cuidado, para
no romperlas, al ritmo de una música lenta. Ya han sentido el ritmo y se mueven
despacio, con la cadencia exigida. Van andando con cuidado sobre los diarios,
para no romperlos, sobre la realidad impresa, sobre las noticias del mundo.
Después
de un tiempo, cambio la música. Ahora es un ritmo galopante que invita a
desinhibirse. Comienzo a coger hojas del suelo, hago bolas de papel y se las
tiro a mi alumnado. Ellos quedan asombrados, no se lo esperan. Pero los más
díscolos empiezan a imitarme. Pronto, toda la clase comprenden el juego, se
desmadran y comienza una guerra infernal con bolas de papel al ritmo de la
música. Cada cual busca a su enemigo para interpelarle, a su amado para
sugerirle, o a su amiga para soliviantarle. Es una guerra sin cuartel, una
guerra de entusiasmo, una no-guerra de amor y emociones derramadas. Es un juego
divertido para el alumnado porque invita a expresarse, le asombra y le sugiere
mil batallas emocionales.
Después
de un tiempo de entusiasmo desmedido, de agitación extenuante, de expresión exorbitada,
de sentimiento liberador…, cambio a una música relajante. Cojo una bolsa de
basura y comienzo a echar papeles en ella. Todos me imitan hasta llenar la
bolsa y dejar el suelo limpio de nuevo. El aula queda intacta y nuestros
corazones se relajan al compás de la música.
Invito
a que se sienten y levanten la mano para expresar lo que ha sentido cada cual.
Expresan con palabras lo que antes fue cuerpo, alma y emoción. Mientras hablan
se van relajando y atan sentimientos con palabras.
Volvemos
al aula y nos ponemos a trabajar. La clase está tranquila, atenta, centrada,
equilibrada. Porque primero está el cuerpo, las emociones, los sentimientos…; luego
vine el pensamiento a través del lenguaje; y así estamos preparados para que el
intelecto se active y pueda aprender.
Pues
resulta que ya no se hace psicomotricidad en muchas escuelas de Educación
Infantil. Y me he preguntado cuándo se perdió esta necesaria costumbre. Indago
y pienso que, quizás, se ha producido un cambio en el sistema educativo y no
hemos sido conscientes. Porque si la administración educativa solo controla la
burocracia resulta que lo que no está escrito no existe. Así que a escribir, a
rellenar libros y fichas, a trabajar solo con lo que objetivamente deja
constancia. Y es evidente que la psicomotricidad solo deja huellas en el alma,
como los cuentos, el teatro o la música.
La
psicomotricidad, tan necesaria, es difícil de materializar. Si lo que importa
es lo que se escribe dejando constancia, pues el cuerpo en movimiento solo deja
señales en el alma, y es difícil de evaluar.
Quizás
deberíamos releer a Lapierre y a Aucouturier[i], para
tomar conciencia de que, en Educación Infantil, hay que empezar por el cuerpo.
Ese cuerpo que solo cuando se mueve conecta con el alma y el intelecto.
[i] LURDES MARTINEZ MINGUEZ (2023): PSICOMOTRICIDAD.
PIKLER, LAPIERRE, AUCOUTURIER Y UAB DIFERENCIAS CONECTADAS. EDITORIAL GRAO-
9788419788276
[i] LURDES MARTINEZ MINGUEZ (2023): PSICOMOTRICIDAD.
PIKLER, LAPIERRE, AUCOUTURIER Y UAB DIFERENCIAS CONECTADAS. EDITORIAL GRAO- 9788419788276
2 comentarios:
Buenos día soy pilar sanchez seguidora tuya en facebook, me gustaria seguir tu blog y te piso permiso para compartir en los mios algunas de tus entradas, espero tu contestación y gracias
Espectacular sesión de psicomotricidad, la llevaré acabo. Muchas gracias
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