1 de enero de 2009

El verbo se hace carne


2 comentarios:

J.A.Córdoba dijo...

Eres sabio porque sabes escuchar. La palabra necesita un oído que le dé la relevancia que merece. He leído tus columnas desde el punto de vista que me gusta: del tuyo.

Nuria Badell Holanda dijo...

Escuchar con los oidos, con los ojos, con todo el cuerpo. Sentir en el corazón lo que nuestros niños nos cuentan y cómo nos lo cuentan. Tomar sus palabras en SERIO. Interesante observación de dos casos que como siempre, sin esos ojos curiosos por averiguar y sin ese corazón abierto para tratar las cosas desde el amor, no se puede detectar lo que pasa. Tú puedes.