18 de mayo de 2011

Érase una persona a una rabieta pegada


Rabieta viene de rabia y suena a pataleta. La rabieta es un sentimiento de furia inconsciente. La mejor medicina es la calma y la consciencia. Es necesario crear un espacio de reflexión en el deseo insatisfecho, entre el estímulo y la respuesta. La reflexión no se produce en el momento de la rabieta sino en periodo de sosiego.
La rabieta es un síntoma, una conducta fácilmente observable. Pero detrás de cada rabieta hay un niño que sufre. No debemos caer en la aplicación mecánica de un protocolo de actuación para todas las rabietas, porque no todas las manifestaciones de berrinches significan lo mismo, obedecen a las mismas causas, ni demandan idéntica actuación. Detrás del berrinche hay un sujeto que siente y piensa. Aunque no piense en el momento de la rabieta.
No es igual el momento evolutivo emocional de todos los chicos, aunque tengan la misma edad. Las rabietas se producen en un momento evolutivo en donde los niños y niñas comienzan a desarrollar su identidad y necesitan saber sus límites, aprender donde acaban su deseo y dónde comienza la ley, el otro. La psicología marca un hito sobre los dos años, en donde de forma general se manifiestan las principales rabietas. Es un momento crítico de aprendizaje para manejar la frustración, la llamada etapa de oposición. Pero no todos pasan por este periodo al mismo tiempo, ni todos llegan a esa etapa igual de flexibles para manejar sus sentimientos. Debemos desarrollar la plasticidad de la mente. La rabieta se produce ante la imposibilidad de manejar la frustración. Es necesario poner nombre a los sentimientos que se producen.
Dice Jorge Bucay, sobre el regalo envenenado, que si no cogemos los regalos envenenados que nos ofrecen se queda en manos de quien pretendía dárnoslo. La rabieta es uno de esos regalos que diariamente nos ofrece la infancia. Debemos tomar consciencia de nuestra reacción emocional ante la rabieta, porque la mayor parte de nuestra conducta es inconsciente y proyectamos lo que somos.
Detrás de una rabieta siempre hay un sujeto. Cada rabieta es diferente, está causada por distintos motivos, en contextos específicos, por estructuras mentales distintas. Por tanto, no podemos luchar contra este síntoma sin tener en cuenta el sujeto que la sustenta. Cada individuo necesita de una solución a la carta, porque cada cual está elaborando algo diferente en su personalidad. He visto diferentes tipos de rabietas en mi aula, que necesitaban diferentes actuaciones.
A veces, la rabieta no es una disfunción de un niño sino un síntoma de toda una familia.
Otras veces, la rabieta es síntoma de salud, porque con ella comienza a desarrollar su identidad, hasta entonces dormida. Me alegré enormemente cuando una chica de mi clase se enfadó por primera vez. 
Algunas rabietas son fruto de una forma de estructuración de su personalidad. El objetivo es desarrollar la plasticidad de la mente, pero poco a poco, en el límite de su capacidad de soportar la frustración.
En chicos impulsivos, el objetivo es construir su personalidad, mediante la mirada, la escucha y el roce cariñoso. También, el límite y de la frustración, pero siempre desde el cariño. Con este chico funciona el no mediar palabras sino ponerle límites de contención con el cuerpo de forma amorosa. Observo cómo  el berrinche se le pasa y toma el mando la conciencia. Es entonces cuando reflexiona y el lenguaje comienza a ocupar el espacio de la impulsividad irreflexiva.
En chicos inmaduros que tiran bocados y pegan cuando les quitan su objeto de deseo, la finalidad es darles seguridad para que sigan madurando. Suelo pararlos con intensidad pero con pocas palabras. Con un límite contundente tienen suficiente. Generalmente se ensimisman y se enfadan. Cuando pasa un rato es cuando viene la posibilidad del lenguaje y la reflexión. Lo llamo, lo enfrento al perjuicio realizado y le pregunto que si quería hacer daño. Siempre dicen que no. Pues pídele perdón, les digo. Y lo hacen.
A alguien que está viviendo una situación emocionalmente desestructurante intento darle seguridad y límite, pero con cariño, buscando su mirada y su contacto, nunca con violencia.
En situaciones de separación de su madre para entrar en el cole, sobran las palabras. Le hablo al cuerpo. Un gran abrazo sostiene su angustia. Límite y cariño en un mismo gesto.
Porque no siempre es la misma rabieta, ni obedece a la misma causa, ni es la misma persona, debemos de dar respuestas diferentes con distintos medios de expresión. A veces, vale el lenguaje, generalmente nunca en el momento de la rabieta. Otras veces es más efectivo comunicarnos con el cuerpo y la emoción. Pero siempre funciona la narración. Porque narrándonos nos construimos y elaboramos nuestra personalidad.
No obstante el mejor aprendizaje es preventivo. Y para ello construimos un aula de paz, un aula con una metodología saludable. Cuatro elementos los componen: asambleas, tiempos libres, espacios diferenciados y actividades globalizadas. Una asamblea en la que la narración en grupo nos construye como personas mediante la narración colectiva; un tiempo libre en el que tenemos la posibilidad de mostrarnos como somos y alimentar nuestra personalidad y nuestros deseos; un espacio diferenciado que posibilite expresarnos con música, actividad plástica o movimiento nuestros conflictos internos y nuestras sinrazones; y actividades abiertas y vivenciales en las que nadie se sienta imposibilitado para realizarlas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Gran artículo, como siempre. Yo, con mi niña de 21 meses, empiezo a sentirlas a flor de piel.
Saludos

Anónimo dijo...

¿Ahora somos tambien psicólogos? ¡que atrevidos!

Anónimo dijo...

¡y qué alegría que haya atrevidos como Cristóbal!