Érase una vez… una oreja verde: La oreja verde del famoso poema de Rodari. Esa oreja que es capaz de oír el lenguaje de los niños y que poca gente posee. La encontré por primera vez en el libro de nuestra amiga Mari Carmen Díez “La oreja verde de la escuela”. Cuando le escribí agradeciendo esa maravillosa obra, que me había convertido en maestro, me contó que no sólo ella poseía era oreja mágica, y me puso en contacto con un tal Paco Abril. Otro privilegiado que, semana tras semana, ponía su oreja verde al servicio de los niños y niñas de Gijón, y lo plasmaba en el suplemento dominical del periódico La nueva España. El destino quiso que muchos suplementos dominicales viajaran de norte a sur y llegaran a mis manos. Aprendí mil y una ideas para mi tarea educativa. ¡Lo que es la vida!, ahora tengo la oportunidad de darte las gracias, Paco, por todo lo que me enseñaste.
Luego fuiste responsable de que viniera a Málaga una exposición sobre un cuento maravilloso titulado Juul, un muñeco de madera que se destruía en cada insulto, y que sólo el amor de una niña lo componía de nuevo, y lo convertimos en un símbolo de paz y convivencia. También nos presentante a Elmer, un elefante multicolor que nos ayudó a aceptar la diversidad y que, desde tu atalaya cultural, supiste recrear con mucho imaginación para que penetrara, sin esfuerzo, en el alma de la infancia.
Y luego vinieron otros cuentos, los tuyos, que han tomado vida en nuestras escuelas. Como Resdán, ese monstruo que salió del dibujo de Andrés para apaciguar su alma, y que nos motivó para jugar con nuestros nombres y sacar el monstruo que todos llevamos dentro. Y qué de decir de ¿Sois vosotros los Reyes Magos?, que cada Navidad trabajamos en clase y nos ayuda a guardar nuestros pesares en la caja “quitapenas” o a viajar, con la imaginación, en la alfombra mágica. Luego viniste a Málaga y nos regalaste “La niña de la luna”, que ayudó a construirse a una chica invisible que tenía en mi aula. Muchos de estos cuentos los hemos trabajado en mi escuela y se han convertido en narraciones mitológicas, en cultura viva.
Las personas no están compuestas de células, éstas sólo forman organismos, sino que se construyen de narraciones, como afirma Eduardo Galeano. Y tú, has sabido narrar de forma magistral para ayudarnos a construirnos.
Gracias, Paco, porque has trazado puentes entre la literatura y el alma de la infancia. Has hecho mucho por la alfabetización y la cultura de los niños y niñas de este país. Ya sabes que un cuento es un tesoro y las letras sólo son llaves que abren esos cofres. Ese es el secreto del aprendizaje de la lectura. A ver si los maestros y las maestras nos vamos enterando.
Los cuentos tienen poderes, lo aprendí de ti. Ya se sabe que un cuento plantea conflictos existenciales de la vida y nos ayudan a construirnos como personas. Y tú has sabido crear cuentos porque descubriste el secreto: trazar lazos desde lo simbólico, que es el lenguaje de nuestra mente, hasta la prosaica realidad.
Ya sé que vienes a presentar tu nuevo libro, ahora hablo de él. Pero no podía perder la ocasión de darte las gracias por tantos regalos. Especialmente por el que me hiciste un buen día: el cuento “La pregunta del cuco”. Tú y yo sabemos por qué.
Este año he recibido el mejor de los regalos. Hace unos días me llegó a casa un sobre con un lacito lila. Dentro había un tesoro, tu última creación: Alma de papel. Alma, al fin y al cabo.
Sólo alguien como tú, con una oreja verde, es capaz de oír hasta lo que dice la diminuta hoja de un papel. Llevas tanto tiempo escudriñando el alma de la infancia que has conseguido ver lo nunca visto y narrar sus historias.
Esta vez desnuda tu prosa y haces poesía del alma, del alma del papel. Y el alma era diminuta y negra por fuera, y esencial y bella por dentro. Un libro que cabe en un bolsillo para llevarlo pegado al cuerpo, y al alma. Un libro para ver y leer, para pensar y soñar, para sentir y disfrutar. Un libro para degustar despacio en este mundo de prisas, para releer, para posarlo en la mejilla de noche, perdón, en la mesilla de noche y llevártelo puesto en los sueños.
Leí tu libro de un tirón, pero es de esos libros redondos, que cuando lo acabas siempre te quedan ganas demás, y, sin darte cuenta, ya estás otra vez en el principio.
Y es que has conseguido lo sublime: resumir lo esencial de la vida en un pequeño frasco de esencias. Eso es la poesía, según Juan Ramón Jiménez, desnudar la prosa, poco a poco, hasta dejarla en los huesos, que es lo que da sustancia. Sólo los sabios eliminan letras para decir la verdad.
Y qué decir de tus colages: desnudos de líneas, color, textura o matices. Sólo, el alma escondida del árbol que un día fue. Puro arte. Arte vivo, que habla enigmas, como todas las artes, pero que sólo tú, con tu oreja verde, pudiste oír lo que decían.
Mil gracias por hacernos soñar, sentir, disfrutar y jugar en cuerpo y alma, cuerpo de poemas y alma de papel.
Cristóbal Gómez Mayorga
Librería Luces, Málaga
Navidad 2012
1 comentario:
Al escucharos se me alegró el alma... mi alma de papel...
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