En
la conferencia inaugural de la VI Jornadas de Educación Infantil de la
Axarquía, Jurjo Torres, catedrático de la Universidad de La Coruña, realizó un
exhaustivo y magnífico análisis crítico de los libros de textos.
A
continuación, en los talleres que impartimos los maestros y maestras sobre
nuestra práctica docente, era necesario dar alternativas válidas para sustituir
a ese salvavidas que el mercado nos ofrece cada curso escolar para acometer la
complejidad de la tarea educativa.
En
el taller “Actividades psicomágicas” presenté una caja de zapatos como una
alternativa innovadora al libro de texto. La abrí con parsimonia y todas las
personas asistentes al taller esperaban ansiosas el secreto que guardaba en su
interior. Una desilusión inundó la sala: "está vacía".
El
taller versó sobre la riqueza que ofrece una caja de cartón como elemento
psicomágico con múltiples posibilidades educativas. La caja no estaba vacía,
tenía un hueco y, por tanto, estaba llena de posibilidades.
Comenzamos
por dar las gracias a Alejandro Jodorowsky por el concepto de psicomagia,
porque nos servía para explicar los acontecimientos asombrosos que, a veces, se
producen en el aula. Según este autor, la psicomagia es un acto creativo con
carácter terapéutico. Es un acto mágico que produce cambios saludables y
educativos en lo psíquico.
Son
muchos los actos psicomágicos que acontecen en el aula: rituales psicomágicos,
objetos picomágicos, actos psicomágicos, espacios psicomágicos, momentos psicomágicos,
cuentos y canciones psicomágicos, linterna mágica para lecturas mágicas. Un
patio psicomágico es el que tiene chinos, tierra, agua, plantas y bichos porque
conecta con la esencia de la infancia. La asamblea es un ritual psicomágico
porque genera construcción de conocimiento y creación de identidades sociales
en el alumnado.
En
el taller realizamos experiencias psicomágicas, con canciones, poesías y
experiencias vitales. Experimentamos una actividad psicomágica como “El libro de
los amigos y amigas del cole”, en el que abrazamos a una compañera con los ojos
vendados para que sintiera el cariño de los demás. Todo se inundaba de la
emoción necesaria en cualquier acto psicomágico. El itinerario psicomágico pasa
por el cuerpo y la emoción, luego el
lenguaje y el pensamiento y, por último, la expresión gráfica y artística como
vehículo de comunicación.
Un
montón de cajas y juego libre dan lugar a un sinfín de actividades, porque una
caja no es una caja en manos de la infancia, sino una posibilidad. Una caja vacía
es un contenedor, un lugar para llenar, un sitio donde albergar, un habitáculo
para habitar.
Una
caja vacía nos habla de nuestros huecos, de nuestras lagunas, de nuestras
carencias, de nuestros deseos, de nuestro interior,… de nuestra alma. Una caja
vacía es un reto, un desafío. Una caja vacía nos desestabiliza, nos crea
incertidumbre, nos produce desasosiego,… nos pone en juego. Una caja vacía nos
rememora al principio y al fin, al seno materno, la primera caja, y a la
muerte, la última caja que habitaremos.
A
continuación vimos cajas vividas en mi aula: cajas de bichos, cajas de plantas,
cajas para gusanos de seda y mariposas, cajas de luz, cajas para calcar, cajas
sorpresas, cajas de músicas, cajas de zapatos,... un sinfín de cajas. El
ordenador del aula no es más que una caja que nos ofrece infinidad de información.
La tele de mi aula deja de ser la caja tonta para convertirse en una caja en la
que hacemos teatro y nos sentimos protagonistas.
La
caja es una alternativa posible al libro de texto porque la usamos en el tiempo
libre en actividades diversas, en los cuentos y en los proyectos. Y en el aula
aparecen cajas de música, cajas de tesoros, cajas de luz, cajas de secreto,
cajas de recuerdo, cajas de vida..., incluso, cajas de Pandora.
Expuse
experiencias vividas en mi aula sobre trabajos realizados con cajas. Como el
cueto “Los tres osos”, en el que una caja se convierte en la casa de Ricito de
Oro y se decora y llena de muebles de papel. También vimos el cuento de Paco
Abril “Sois vosotros los Reyes Magos”, en el que aparece una caja mágica en el
que guardar las tristezas: “Abre caja, mete pena, cierra caja y quita pena.
También en el cuento “El pájaro del alma” trabajamos con cajas psicomágica.
Porque el alma está compuesto de cajas para cada sentimiento. Hay una caja para
la alegría y otra para la tristeza, una caja para el amor y otra para el enfado,
una caja para los secretos y otra para el odio. Y el cuento nos enseña que
debemos aprender a abrir o cerrar las cajas de nuestros sentimientos para que
no se nos derrame las emociones por todo
el cuerpo sin nuestro permiso.
Por
último, presentamos “La historia de mi vida”, un proyecto para el desarrollo de
la identidad. En una caja de zapato, con la colaboración de la familia, metemos
todos los elementos importantes de nuestras vidas: los zapatitos de pequeño, el
chupete, una foto de bebé, las
ecografías y hasta un cordón umbilical van apareciendo en el aula como nuestros
mayores tesoros. Y el aula se va llenando de una veintena de historias mientras
que el alumnado se va narrando y construyendo su identidad.
Reflexionamos
sobre el aprendizaje que se produce con las cajas trabajadas y vimos que: el
cerebro es moldeable por el pensamiento y las emociones y somos, en última
instancia, los escultores de nuestro cerebro.
Y
concluimos que una caja no es una caja, que una caja vacía nos invita a un
sinfín de posibilidades, porque una caja es un elemento psicomágico. Por ello es
necesario, y casi imprescindible, tener a mano, en el aula, una caja vacía.
Cristóbal
Gómez Mayorga
VI
Jornadas de Educación Infantil de La
Axarquía.
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