Me piden que abra unas jornadas de Educación Infantil en
Granada bajo el título “La magia de infantil”. Nunca doy conferencias sobre lo
que sé, siempre hablo de lo que hago. Así que me pongo a repensar mi práctica a
través de este título tan sugerente. Y caigo en la cuenta de que los
principales aprendizajes que se producen en la infancia surgen, aparentemente,
de forma mágica. No conocemos bien los procesos de adquisición del lenguaje,
del pensamiento, de las relaciones sociales y afectivas, del conocimiento del
mundo que nos rodea, del desarrollo de la identidad, la autonomía o de la
conciencia. ¡Hay demasiada incertidumbre en nuestro trabajo! Es por ello que
hemos simplificado los aprendizajes a base de racionalizaciones lógicas que poco
tienen que ver con la complejidad del proceso de conocimiento de la mente. Y es
por eso que enseñamos los colores de uno en uno, y los números, por orden,
comenzando por el primero, luego la suma, la resta, etc. Y enseñamos a leer letra por letra, primero
las vocales, luego las sílabas,... y así, poco a poco, de forma lógica.
Explicamos las normas de comportamiento y hacemos fichas de cada contenido,
esperando que, de alguna forma, se aprendan. En general, enseñamos la
complejidad de la vida en pequeñas dosis, trocito a trocito, repitiendo una y
mil veces, hasta que se fije a fuego en la mente.
Pero en la práctica diaria nos damos cuenta que el
aprendizaje es un acto mágico, psicomágico, que diría Jodorowsky. Es decir, hay
acontecimientos que de forma mágica producen cambios neurológicos y educativos
en psíquico y que no podemos explicar de forma racional debido a su
complejidad. Nuestra experiencia nos enseña que hay acontecimientos, liturgias,
temas, materiales, espacios, canciones, cuentos o teatros que, por arte de
magia, producen aprendizajes en el alumnado de forma sorprendente. Canciones
como Chico chiquito, Se parece a su papá, Los dedos van al colegio o Cinco
ratoncitos grises; cuentos como Los tres cerditos, Gugú o Juul; proyectos como
El libro de los amigos o La caja de los tesoros,... son acontecimientos
psicomágicos. Objetos como la caja de luz, la linterna mágica o la caja de los
bichos, y materiales como la tierra, el agua y las plantas, son elementos
mágicos. Los juegos son, siempre, liturgias mágicas, que producen
socialización, relaciones emocionales, desarrollo de identidad y mil y un
aprendizajes complejos e importantes para la vida. Y es que el secreto del aprendizaje es la
emoción. La magia no es más que una lluvia de emoción que inunda cualquier
acontecimiento. Y son estas tareas emocionantes y mágicas las que producen el
verdadero aprendizaje en estas edades.
¡De pronto!, tuve una desilusión. Reparé en los últimos
avances de la Neurociencia y rescaté algunos de sus hallazgos: plasticidad del
cerebro, neuronas espejos, la unidad indisociable entre las emociones y la
racionalidad, la importancia del apego, la incidencia del contexto cultural, la
repercusión del lenguaje en los cambios neuronales, la conciencia, etc. ¡No es
magia!, me dije desilusionado, es una ciencia incipiente que apenas llegamos a
vislumbrar. Mientras tanto, seguiremos enseñando y aprendiendo con magia, la
magia de infantil.
2 comentarios:
¡Cómo disfrutamos escuchándote!
Te he otorgado un premio a tu blog. Un abrazo "chillao"
http://maestrapatri.blogspot.com.es/2015/02/desde-el-blog-ensenar-es-aprender-dos.html
Yo también disfruté. Gracias, compañera del alma.
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