Ya llegó a la escuela la
lógica del dinero, la panacea económica: lo importante es vender sin
miramiento. Y es ahí donde entra en juego el engaño de las palabras, para que
no se note demasiado la lógica del mercado. Gestión, eficiencia, calidad, tecnología
y liderazgo, comienzan a cubrir, con un brillante barniz, la mediocridad
educativa imperante en estos momentos. Los cimientos, el sostén, el interior,
la esencia,… la estructura básica del edificio nunca se ve, pero sostiene la
vida. Encima, recubriendo, está la forma, la vestimenta, la estética, lo que se
muestra. La fachada se adorna con uniformes, orlas, fiestas, discursos y supuestos
proyectos. La esencia va por dentro, es difícil de escudriñar, es menos visible
y se escapa a la mirada superficial. Necesitamos reflexiones más profundas y
complejas.
Regalan pantalla digital si pones para el curso libros de texto. Para ello, haces comprar, a las familias de los infantiles, libros que duran
un año (porque se escriben en ellos) por valor de más de 100 euros. El
compromiso con la editorial es mantener esos libros por varios cursos. Por lo
que, evidentemente, son las familias las que pagan la dichosa pantalla.
Se va trazando la espiral:
·
El profesorado vive con desasosiego tanto libro
que rellenar, porque las familias se han gastado mucho dinero y lo tienen que
justificar. ¡Pendientes del qué dirán!
·
Los niños y niñas desde los 3 años están
mucho tiempo sentados copiando en las fichas y mirando la pantalla. ¡Otra
pantalla más!
·
Hay tanto que trabajar que se dejan de hacer actividades
importantes en estas edades: juegos, psicomotricidad, canciones, bailes, teatro,
salidas,… ¡mirar, pensar, sentir, amar!
·
La metodología, basada en libros de textos, es
transmisiva y homogeneizadora, contraria a la legislación vigente para estas
edades. ¡Contraria al sentido común, obviamente!
·
No se respetan los diferentes ritmos personales,
ni se atiende la diversidad, ¡como mandan las directrices legales!
·
La administración elude responsabilidades y
cubre sus proclamas de desarrollo tecnológico permitiendo donaciones que
implican metodologías contrarias a sus directrices legales y al sentido común. ¡Así
no se gasta un euro!
·
Según la ley, la educación obligatoria es
gratuita, pero son las familias las que pagan la pantalla digital y los libros
de textos. ¡El copago, a educación, también ha llegado!
Todos tienen razones para que
este círculo vicioso funcione sin que nadie se sienta responsable. El
profesorado necesita ordenadores y pantallas y la administración no se los da.
Por ello, se echa en brazos de los comerciales. Las direcciones de los centros no
se atreven a pedir pantallas digitales, libros y materiales a la Administración
porque son sus jefes y no quieren problemas. Las familias, dentro de la lógica
mercantil, aceptan pagar para que sus hijos “tengan mejor educación”. Así se
equiparan con la enseñanza concertada, en donde hay uniformes, libros caros,
pizarras digitales y aparentan una educación eficaz. Tampoco tienen otra
opción. ¡Es lo que hay!
Y es así cómo, sin querer
queriendo, la escuela se va empobreciendo en su esencia, y luce bella por
fuera, con sus pantallas gigantes y sus libros de textos. Mientras los niños y
niñas, amarrados al duro banco, lloran por dentro.
Y el mercado, -¡el negocio,
asegurado!- el más contento.
Xtóbal, agosto de 2017
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