Educación Concertada viene
de concierto, con cierto… privilegio. Tiene una contradicción en su esencia.
Quieren ser educación privada pero con dinero público. O, dicho de otra manera,
quiere ser educación pública pero con prebendas.
Conozco algunos centros
concertados con una visión solidaria de la educación, que acoge a todo el
mundo, que ayudan a los más necesitados, que son cooperativas lidiando con mil
dificultades, que tienen proyectos educativos que apuestan por las personas con
carencias. Pero la mayoría de los centros concertados son negocios que quieren
hacer caja con la educación de la infancia, imponiendo su doctrina y, a veces,
ni eso. Se valen de idearios religiosos, justificándose con el amor al prójimo
y demás monsergas, para montar un negocio.
Los centros concertados,
en su mayoría, viven en una contradicción permanente: son religiosos, que se
supone ayudan a los más desfavorecidos, pero segregan al alumnado con dificultades;
buscan la excelencia, evitando a quienes tienen más carencias. Son centros con
idearios sagrados, por lo que deberían ayudar a los marginados de la sociedad,
pero evitan a las personas empobrecidas.
Eligen a su profesorado
sin mediación de oposiciones estatales igualitarias, porque se creen capaces de
seleccionar a los mejores, aunque siempre hay una red clientelar. Y el Estado, supuestamente
aconfesional, lo permite. Contratan de aquella manera y buscan la excelencia
con engaño, evitando al alumnado que le baja la media. Ya se sabe que la
estadística es una gran mentira: si la mitad de la población no come pollo y la
otra mitad come un pollo, la estadística muestra que cada persona come medio
pollo. Si evitamos que entren en nuestro
sistema a quienes no comen pollo, tendremos un alumnado bien alimentado.
Buscan el éxito educativo
en contradicción con su ideario religioso y solidario, evitan a quienes tienen
necesidades con mil excusas. Seleccionan al alumnado con más capacidad y crean
una red de relaciones de gente adinerada que solo buscan el éxito social. Ya se
sabe que para triunfar como escuela solo hay que seleccionar. Si eliges a los
más exitosos siempre triunfas, pero a costa de la segregación y la marginación
de los más necesitados.
Un buen colegio debería acoger
a todas las personas, también a las marginadas, a los nadies, a la infancia
destrozada, a quienes tienen dificultades, a los pobres, a los parias de este
mundo… para darles posibilidades. Los peores colegios del mundo son los que
buscan los estándares de calidad expulsando al alumnado con dificultades. Porque
no aportan nada, no mejoran la sociedad, solo seleccionan, y luego se cuelgan
medallas.
En la escuela pública
siempre nos llegó alumnado con diversidad funcional, desechados de las escuelas
concertadas con la escusa de que no tenían personal especializado para este
tipo de alumnado. Me da risa, a la vez que tristeza, el argumento.
Vaya
morro tienen quienes hacen este tipo de trampas. Si escoges
a los mejores y luego evalúas, sin tener en cuenta los aprioris, seguro que
tendrás mejores resultados. Pero no nos engañan, las buenas escuelas son las que acogen gente con
dificultades y las hace progresar en sus posibilidades. Podría nombrar a
cientos de escuelas que trabajan para la mejora de la sociedad y la
emancipación de sectores desfavorecidos. Sólo pondré un ejemplo: C.E.I.P. Nuestra Señora de Gracias, en Málaga,
que apuesta por la infancia más necesitada.
Demos alas a la escuela
pública, la única que mira a los ojos de cada persona, compensando sus dificultades,
con la esperanza de crear una sociedad más justa e igualitaria.
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