Si La Geografía es el estudio de los lugares en donde vive la gente; si La Historia es la narración de lo que nos ha pasado a los seres humanos; si Las Ciencias de la Naturaleza estudia toda la vida que nos rodea: plantas con las que nos alimentamos o disfrutamos, animales a los que admiramos o nos da compañía o sustento, el universo en el que habitamos, o a nosotros mismos; si Las Matemáticas nos suministra de técnica para construir edificios, carreteras y puentes, calcular distancias o ir de compras; si La Lengua no es más que el vehículo en el que nos expresamos y comunicamos nuestros pensamientos y sentimientos; si El Arte es el medio de expresión de los seres humanos y la mejor forma de superar nuestra mediocridad biológica; ... Entonces, ¿qué hacemos en la escuela contestando a preguntas absurdas de libros de textos?
Viajemos por el mundo para descubrir la geografía real, subamos a los montes, atravesemos ríos, vivamos la cultura de otros pueblos hermanos, acariciemos animales y contemplemos las plantas o las nubes de un día lluvioso. Conozcamos a nuestros hermanos que en otros tiempos sufrieron persecución, lucharon por una vida digna y realizaron el progreso que hoy disfrutamos. Salgamos al campo a coger frutas, disfrutemos de las puestas de sol y cuidemos de los animales de compañía. Pintemos, visitemos museos, bailemos, hagamos música, montemos teatros y oigamos el sonido de las olas del mar. Calculemos lo que nos costará la cesta de la compra o la distancia que nos separa de otros pueblos. Estudiemos las diferencias de los seres humanos y sintamos las características que nos hacen iguales.
La escuela, que un día se constituyó para estudiar nuestro legado cultural, ha degenerado. Ha desmontado el universo en trocitos y lo administra en pequeñas porciones con la absurda idea de que los niños y niñas los montarán en sus mentes, como si de un puzle se tratara. No se aprende si no es en contexto, con sentido y con vivencias reales. Así que pasemos de los libros de textos y vayamos a la vida, a contemplarla, a conocerla y a disfrutarla. Esta es la solución a tanto fracaso de nuestras escuelas. Sintamos la vida, analicemos la vida y vivamos la vida. Y, por último, expresemos la vida, con lenguaje, cuerpo y alma, con el arte. Este es nuestro trabajo en la escuela: sentir, vivir, percibir, concebir, reflexionar y expresar.
Menuda tarea: desmontar tanta rutina, tanta burocracia, tanta inercia, tanta falacia, tanto negocio, tanta mentira, que sólo pretende transmitir estereotipos y perpetuar estatus sociales y privilegios.
Cristóbal Gómez Mayorga
Navidad 2011
7 comentarios:
COLOSAL. Te has superado una vez más. Suscribo absolutamente TODO lo que dices, ¡y qué bien dicho!
Desde luego, queda mucho trabajo por delante... y muchas mentes por cambiar.
Un abrazo.
me encanta! los libros "encorsetan" a los peques, por no decir la escuela toda.Por que al final,siempre la tijera para cortar los hilos está en nuestra mano..Precioso escrito
Sil
me encanta! los libros "encorsetan" a los peques, por no decir la escuela toda.Por que al final,siempre la tijera para cortar los hilos está en nuestra mano..Precioso escrito
Sil
palabras, ideas y sentimientos al viento. me gusta lo que dices y cómo lo dices, ya lo sabes. un qabrazo
Yo también estoy de acuerdo con todo lo que dices y creo que poco podéis hacer los profesores ante un programa escolar tan rígido y con el nulo margen que os deja la legislación para improvisar. Y encima los padres continuamos fuera de la escuela la rutina, la burocracia, la inercia, la falacia, el negocio, la mentira. De lunes a viernes comedor escolar y actividades extraescolares (a veces también en el mismo colegio) que impide a los niños toda posibilidad de experimentar por sí solos, de ser guiados por sus progenitores, de salir del ambiente académico, de “viajar por el mundo”. Los sábados y domingos al centro comercial que tiene guardería, ludotecas, talleres infantiles, es decir, lo mismo que la escuela. O comida familiar en ambientes y conversaciones que aburren al niño. Y claro, llegan las vacaciones escolares y nos desesperamos. No sabemos a quien dejarlo, qué actividad buscarle, qué hacer para que no se aburra en nuestras casas con juguetes y televisión en todas las habitaciones. Entonces llega la frase: “Es que no puedo con él”. Pues la solución nos la has dado Cristobal; VIAJEMOS POR EL MUNDO CON NUESTROS HIJOS.-
Gracias Álvaro por tu certero comentario. Pero en el caso de infantil no tienes del todo la razón, porque la legislación que tenemos no sólo nos permite atender a la infancia de otra manera sino que nos invita a ello. Sólo tienes que ver nuestros objetivos: desarrollar la autonomía, la identidad, las relaciones sociales, el conocimiento de nuestro entorno y nuestra cultura, y un acercamiento al lenguaje escrito y a las matemáticas de forma funcional y siginficativa. Por tanto no debemos estar haciendo un libro de texto sentados todo el día. Es más, la propia legislación que tenemos nos invita a no tener material estandarizado para todos igual sino que debemos aceptar las diferencias individuales. Así que es nuestra inercia en la cultura escolar y nuestro desconocimiento el que nos hace realizar actividades repetitivas y aburridas en vez de aprender en la vida. Quizás también la culpa es del mercado que nos mete libros de textos, y de la burocracia y de las familias que van siempre conrriendo no se sabe hacia donde.
Qué eso, que muchas gracias por tu análisis.
Es cierto que he aludido a la legislación sin conocerla profundamente y que en el caso concreto de mi hijo que está en infantil es tal y como dices, cumpliéndose esos objetivos con creces (GRACIAS A LA LABOR DE SU PROFESORA). Eso me hace pensar que, como en otros muchos ámbitos de la sociedad, la teoría es buena o muy buena y otra cosa distinta su puesta en práctica ya que ello depende al final de una persona, es decir, de un profesional con ganas de "complicarse". En este caso, con ganas de inventar e improvisar a diario y no estar haciendo un libro de texto.
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