En las
clases de infantil de mi cole estamos trabajando con regletas. Es un material estructurado que alimenta la mente. Sus
colores, formas, tamaños y textura ejercen
un poder mágico en el alma de la infancia.
Vaciamos
las cajas de regletas en las mesas y se tiran en cuerpo y alma al juego de las
posibilidades. Sobran las palabras. Todos, entusiasmados, actúan con esos
palitos de colores, tocando, construyendo, tanteando, imaginando, sintiendo y pensando,… Las
pequeñas mentes comienzan a trabajar de forma creativa y las almas de van
sosegando. La concentración es máxima. Unos buscan ordenar por tamaños y
colores, otros construyen torres y juegan de forma simbólica, buscando la
simetría en la colocación de las piezas; muchos se interesan por el equilibrio
de las regletas encaramadas unas a otras, sintiendo excitación cuando flotan en
el aire por arte de magia.
“Mira lo
que hago” es la frase más oída. Buscan compartir sus emociones cuando consiguen
el más difícil todavía. Se dibujan caras de satisfacción, asombro,… y de
frustración, cuando se caen las piezas. Los pequeños se enfadan cuando no consiguen
lo que quieren, mientras los más maduros son capaces de intentarlo una y mil
veces. Realizan formas geométricas, letras, estrellas, muros, alfombras,
escaleras, castillos y trenes. Los números aparecen de forma natural en las
conversaciones. Los conceptos lógicos y matemáticos surgen en el lenguaje de
forma espontánea: grande, pequeño, alto, bajo, arriba, abajo, más alto,…, cinco,
siete, muchos, pirámide, cuadrado, series,…
Hoy, mi
atención no la puse en los contenidos que trabajaban. Hoy, me fijé en sus
caras, en sus ojos, en sus manos. El juego con regletas requiere de una
concentración máxima, de una motricidad precisa, de un control equilibrado de
sus cuerpos y de sus almas. Hoy fui consciente de que, mientras jugaban, los
niños y niñas de infantil estaban ensimismados en la tarea, entraban en un estado
de atención plena.
Entonces
pensé: quizás, estamos buscando técnicas que compensen las necesidades de
atención y motivación de los niños y niñas de nuestro acelerado mundo, como Mindfulness
o Yoga, y luego seguimos trabajando con actividades rutinarias, sin sentido. Quizás,
la solución esté en realizar actividades en donde el alumnado se muestre presente,
con atención plena.
1 comentario:
exacto!!!
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