7 de febrero de 2023

El HERRERO Y EL ALFARERO

Nunca vi a un herrero quejarse de la dureza del hierro. Jamás conocí a un alfarero protestar por la fragilidad de la arcilla. Cada profesional ha indagado en las dificultades de su trabajo y asume como reto el material que se le resiste. En cambio veo, a menudo, a cierto profesorado lamentarse de su material de trabajo: la infancia. Que si es duro de mollera, que si no se aplica demasiado, que si es vago, que si no se esfuerza, que si le falta actitud, que si es de la generación de cristal.

Ya sabía el herrero de la dureza del hierro, ya sabía el alfarero de la fragilidad del  barro. Cada profesional debe conocer a fondo el material con el que trabaja, para tenerlo en cuenta y hacer arte con ello. He visto estatuas de duro metal que insinúan la sensualidad de un cuerpo. He visto la rudeza de guerreros luchando esculpidos con maleable barro.

El herrero conoce la naturaleza del hierro, su dureza, su punto de fusión, sus posibilidades y límites. El alfarero es cuidadoso con sus manos porque sabe que trabaja con un material maleable y frágil. Los educandos deberíamos conocer la dureza, fragilidad, posibilidades y maleabilidad de nuestro alumnado. Que cada cual tiene un punto de fusión. De ahí la dificultad de educar. Unas personas son fuertes como el metal, otras, maleables como el barro. Y ahí debe estar el profesorado para tocar a cada cual con la caricia adecuada.

He visto maestras y maestros que de una chica pobre creó una mujer luchadora, maestros que llevaron a la universidad al hijo de un obrero, maestras y maestros que dieron vida a duros amasijos de hierros y barros apelmazados creando a personas felices. Como Geppetto, que  construyó a Pinocho de un trozo de madera con el deseo de ser padre. Porque el deseo hace la magia de convertir el hierro, el barro y a la infancia en esencia con alma.

Arte es crear con lo que, supuestamente, su material imposibilita. La cuestión es dar vida con alma de cualquier materia. Porque, quizás, el arte es subvertir la materia con la que se trabaja. Y la educación debería ser un arte, el arte de construir seres humanos sintientes y pensantes a pesar de sus dificultades.

Pero resulta que hay profesionales que echan la culpa de su fracaso al material con el que trabajan. Se lo tienen que mirar. Para trabajar en algo es imprescindible conocer las dificultades de la profesión, especialmente cuando se trabaja con material humano, el material más complejo y difícil de lidiar.

Para ello es imprescindible saber de Pedagogía, Psicología, Sociología, Antropología, Biología, Historia, Filosofía… Es necesario conocer la complejidad de un ser humano. Quejarse del material de trabajo denota incompetencia profesional.

Es evidente la complejidad y dificultad de conocer a fondo a los seres humanos, y más cuando están en desarrollo; pero no es admisible que, ante nuestra dificultad e ignorancia, pongamos la causa de nuestro fracaso en el material con el que trabajamos.

Una educación exitosa no es crear algún alumnado sublime, sino no haber dejado demasiadas piezas descartadas, demasiados guijarros rotos, herrumbres desahuciadas. El éxito en educación depende de profesionales que conocen y aman su material de trabajo: la infancia.

No hay comentarios: