12 de agosto de 2019

¿LA ORATORIA EN LA ESCUELA?

Como dijo Eduardo Galeano, vivimos más en la forma que en el fondo: “Estamos en plena cultura del envase. El contrato de matrimonio importa más que el amor, el funeral más que el muerto, la ropa más que el cuerpo y la misa más que Dios”.

Y nuestros gobernantes andaluces, frutos de nuestro tiempo, están en el envoltorio más que en el regalo; y se han sacado del refajo, porque nos suena a antiguo, la actividad de la oratoria como solución estrella para la mejora de la educación, media hora de oratoria a la semana en la asignatura de Lengua: El país, (6/8/2019), ABC (5/8/2019).

La oratoria desde la Grecia clásica está vinculada al arte de hablar con elocuencia. El objetivo de la oratoria es persuadir. Se diferencia de la didáctica, que busca enseñar y transmitir conocimiento y buscar la verdad; y de la poética, que intenta deleitar a través de la estética.

Ya Sócrates, en el siglo IV a. de C., figura relevante de la oratoria griega, consideraba esa materia la principal herramienta educativa, pero insistía en la educación moral. Porque, de lo contrario quienes dominan la oratoria podrían creer a todo un auditorio que lo que es blanco es negro y viceversa. Esto nos suena muy contemporáneo: a políticos de ahora, a pos-verdad, a las nuevas narrativas, lo que no se dice no existe, etc.

Desde que surgió, la oratoria se ha utilizado para diversos ámbitos: la política, para convencer votantes; la justicia, para defender alegatos; y en la actividad comercial, para vender. ¡Pensemos en este dato!
Nadie se puede negar a que nuestros niños y niñas aprendan a hablar más y mejor. No obstante, quisiéramos hacer algunas consideraciones a la noticia estrella, porque es una solución simple a la complejidad de la escuela, de la vida y, como todas las simplicidades, es perversa.

En primer lugar, en muchas de nuestras escuelas ya se habla a diario, en exposiciones, coloquios, debates y asambleas, todos los días. No sólo media hora, ni solamente en lengua. Al menos, reconozcamos que ya se hace. Pongamos en valor a todos los centros que ya lo practican. Hay mucha bibliografía sobre el tema. Escuchemos al profesorado que ya lo practica en su aula, aprendamos cómo lo hacen y generalicemos esas metodologías participativas del alumnado. Porque la educación no se cambia por decreto, sino entre los compañeros que tienen experiencias. Sería buena idea difundir estos cambios metodológicos en los Centros de Profesorado, en donde hemos aprendido siempre de nuestros compañeros y compañeras más experimentados.
 
Creemos que se debe desarrollar la oralidad en todas las materias, no sólo en lengua. En importante que el alumnado se exprese, no media hora a la semana, sino casi todo el tiempo, todos los días. Es necesario que construyan conocimiento dialogando. Es imprescindible realizar metodologías constructivistas en las que el alumnado diga lo que piensa sobre cualquier tema y lo confronte. Que hablen de lo que saben, para desde ahí construir conocimiento. Que se expresen continuamente, porque hablando desarrollan su identidad, mejoran la seguridad en sí mismo y aprenden. Pero no ante una audiencia, buscando un liderazgo ante sus iguales. Eso me suena mal en una educación primaria en la que, se supone, estamos educando en diversidad.

Mejor hablando en asamblea (palabra maldita), entre iguales, poniendo oído, con escucha atenta. Hablar y oír deben ir siempre de la mano.
Está demostrado que aprende más quien habla que quien escucha. Porque quien habla organiza sus ideas, desarrolla empatía, intentando ser comprendido y mejora su autoestima. Porque en esta propuesta de media hora de oratoria a la semana, se presupone que en las 24,30 horas restantes habla el profesorado. Parece un parche dentro de una metodología transmisiva tradicional.

No realizamos crítica sin realizar propuesta. Proponemos, por tanto, cambiar la oratoria por el aprendizaje dialógico. Este método consiste en el diálogo entre iguales que, a través de argumentos, genera pensamiento, construye aprendizajes relevantes y produce cambio social.
Porque lo importante no es hablar, no es la oralidad, no es la verborrea. Lo importante es generar pensamiento, y expresarlo. Lo importante es hablar en todas las materias, sobre todos los temas. Lo importante es comunicar y conectar con las demás personas. Lo importante es la construcción social del conocimiento. Lo importante es pensar, aprender, sentir, comunicar, conectar y amar. Lo importante, en suma, es el contenido, no el continente.

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