26 de febrero de 2024

LA DIFICULTAD DE TRAZAR LÍMITES EN EDUCACIÓN

La educación no se logra únicamente con disciplina y límites externos, aunque son necesarios. La cuestión radica en cómo ayudamos a construir una autocontención en el alumnado para que integren las normas necesarias como propias. Es fundamental crear conciencia sobre las conductas, educar en valores y que los internalicen. Es el alumnado el que tiene que hacer algo con las consecuencias de sus conductas y con los límites que les marcamos. Son las niñas y niños quienes deben construir su propia autodisciplina, lidiando con los palos en la rueda que les pone la vida y el faro con que les alumbramos quienes educamos. 

Frente a la autoridad del profesorado en la escuela, el alumnado suele buscar complacer o al menos no desentonar, lo que a veces los lleva a engañar, esconderse o actuar de manera poco sincera. Sin embargo, si logramos conectarnos con ellos y comprender sus necesidades y dificultades, se mostrarán sin reservas. Esta es una clave fundamental en la educación.

En ocasiones, el alumnado desafía la autoridad (especialmente en la educación infantil y la adolescencia, etapas cruciales en el desarrollo de la identidad). En estos momentos, es importante mostrar firmeza y comprensión, especialmente ante los desafíos identitarios que enfrentan. Debemos recordar que los niños construyen su autonomía desafiando la autoridad de la que dependen.

La educación va más allá del simple «ordeno y mando», ya que esto puede llevar a la coerción y generar resistencia. La niñez construye su identidad diferenciándose de sus mentores, lo que hace que educar sea un desafío. Es fundamental mantener una actitud comprensiva pero al mismo tiempo establecer límites claros. Aunque es complicado, es el camino que debemos recorrer para educar de manera efectiva en un mundo cada vez más incierto y complejo.

Marcar límites es arriesgado pero, a la vez, imprescindible para educar. Ahí nos vemos las familias y el profesorado gestionando entre el «te quiero» y el «no debes hacer eso». Y, hoy día, es difícil lidiar con las redes sociales que, con la inestimable asesoría del marketing, han colonizado el cerebro de la infancia. Y nos sentimos impotentes lidiando con poderes cada vez más expertos sobre la mente de nuestros vástagos.

Es necesario distinguir entre las conductas inapropiadas y la personalidad de cada infante, para que puedan aprender de sus errores y crecer como seres humanos. Siempre debemos mostrar amor y esperanza en sus capacidades.

El profesorado está siempre ahí, marcando el límite con palabras certeras y positivas:

- Eso no, lo siento, pero no; es por tu bien; ya lo comprenderás...

- Creo que sabes hacerlo bien, aunque te cuesta. Tú puedes. Confío en ti. 

-Yo no castigo, pero si no sabes compartir no podrás jugar, porque el material es de todas las personas del aula. Sé que tú lo comprendes y sabes que debes respetar a los demás. Inténtalo. De lo contrario no podrás jugar…

El profesorado juega un papel crucial en marcar límites con palabras positivas y certeras, fomentando la autoestima y la responsabilidad en los alumnos. Es importante ser cercanos y sinceros sin permitir la insolencia, y mostrar comprensión pero reprobando las conductas inapropiadas.

Educar es una tarea difícil, pero es esencial para que los niños y niñas integren los límites y reflexionen sobre sus acciones. La educación siempre apunta a un futuro esperanzador.

Para ello, no debemos enredarnos en leyes y recetarios de conductas protocolarias, ni en castigos trasnochados, ni en decálogos de normas, ni en la silla de pensar. Por el contrario, es necesario compartir emociones placenteras con canciones, cuentos, poesías, teatros, conversaciones, juegos y disfrutes, regalando límites necesarios para poder seguir disfrutando de satisfacciones inmediatas que irán fraguando, a fuego lento, creando valores a largo plazo, que son los imprescindibles y necesarios para una educación de calidad.