26 de junio de 2020

NO HA SIDO TIEMPO PERDIDO


Solemos pensar que el tiempo es oro, eso nos han inculcado, y que lo perdemos si no producimos lo que el sistema nos demanda. El dios Crono nos devora como nos cuenta Goya en su enigmática pintura de Saturno. Pero puede que el tiempo sea vida en vez de dinero y no lo hayamos perdido en este confinamiento.
El profesorado, a veces, pretende enseñar una cosa y el alumnado aprende otra muy distinta. Suele pasar, pero en este tiempo de pandemia, mucho más, porque no controlamos ni conocemos las circunstancias en las que se encuentra cada cual. Los maestros y maestras nos lanzamos de cabeza a enseñar para que nuestro alumnado no perdiera el tiempo en este confinamiento, igual que muchas personas se lanzaron a los supermercados a comprar papel higiénico, sin pensar. Ya llegó el momento de la calma, tiempo de reflexión y de balance provisional. Veamos pues si hemos perdido el tiempo o hemos aprendido algo en estos momentos educativos inusuales.
Pues resulta que llevamos mucho tiempo en los centros educativos con programas TIC (Tecnologías de la Información y el Conocimiento) y en apenas dos meses hemos asimilado más del uso de las tecnologías que en todos los años anteriores. Y es que se aprende cuando hay necesidad. Es la función la que crea el órgano. Tanto el profesorado, las familias y los niños y niñas hemos aprendido a escribir textos en Words y presentaciones en PowerPoint, a editar imágenes, crear carpetas para organizar el trabajo, entrar en Classroom para las clases, dominar el correo electrónico, comunicar por Whatsapp, Hangout, Facebook o Instagram, hacer videoconferencias por cualquiera de los programas que la cultura digital nos ofrece y mil cosas más.
Las familias, el alumnado y el profesorado nos hemos puesto las pilas porque un bicho nos pinchaba. Los maestros y las maestras nos hemos reciclado en pocos días y hemos sido capaces de hacer videoconferencias de Equipos Docentes, Claustros, Consejos Escolares, Reuniones de ciclo, Tutorías y clases online. Hemos realizado cientos de blog, periódicos y revistas educativas digitales, hemos seleccionado contenidos educativos de la red, conectando con diferentes programas con las familias, etc. En definitiva, hemos teletrabajado, algo que sólo vislumbrábamos en personal privilegiado de grandes corporaciones internacionales.
Los niños y niñas, que estaban enganchados a los videojuegos y a historias intrascendentes de Youtube o Tic Toc, han empleado por primera vez el móvil para algo más productivo aprendiendo las mil posibilidades que la tecnología nos brinda.  
En sólo dos meses, además de los contenidos académicos trabajados a distancia, hemos conseguido el objetivo de hacer funcionales las tecnologías de la información y comunicación. Por ello, no debemos pensar que hemos perdido el tiempo. No sabemos hasta qué punto hemos aprendido cosas que no teníamos previstas.
Pero no sólo hemos aprendido contenido tecnológico, también hemos comenzado a valorar cosas que antes teníamos y no le dábamos importancia. Hemos descubierto la necesidad de conectar con los demás. Y tanto alumnado, familias y profesorado nos hemos comunicado de manera esencial, por necesidad y con deseo.
También hemos aprendido el valor de la solidaridad, las profesiones más importantes para vivir, que la unión hace la fuerza, que el estado y los poderes públicos se deben ocupar de lo público, del bien común, que la familia es siempre el sostén básico de la sociedad y que siempre hay quien para salir del pozo sigue cavando hacia abajo en vez de ayudar, pero a esos no hay que hacerles caso.
Por eso creo que, aunque queden lagunas de lengua o matemáticas, seguro que hemos aprendido algo muy esencial que no teníamos previsto: que no se pierde nunca el tiempo si se gana para la vida. 
Xtóbal, verano 2020-06-26