17 de septiembre de 2021

OJOS AZULES QUE MIRAN, A VECES

Tengo un alumno con los ojos más bonitos del mundo, pero le cuesta mirar (paradojas de la vida). No sabemos el porqué pero tiene dificultades en conectar. Indagando e investigando fui descubriendo que había situaciones emocionales en las que se vinculaba: masajitos en la cabeza, sobre el suelo bocarriba, saltando en la cama elástica, con la canción Un Elefante se balanceaba… y jugando a Los tres cerditos con los muñecos del cuento dentro de una casita de cartón. Cada vez que me veía entrar a su clase me decía, mirándome a los ojos: ¡Los tres cerditos, Cristóbal! Y me regalaba una mirada azul cielo de esas que te atraviesan el alma. No hay placer más grande que una conexión visual de alguien a quien le cuesta mirar. 

Es un alumno propenso a diagnósticos, informes psicopedagógico, historial médico, dictamen de escolarización y no sé cuántas cosas más. Pero yo no me fijé en el color de sus ojos ni en las posibles etiquetas, sino en los momentos de conexión emocional, en su mirada azul cielo.

El caso es que nos íbamos de vacaciones de verano y le regalé esa casita de Los tres cerditos a su mamá, para que jugara con su hijo en verano. Y mira por dónde, esa madre me escribe diciendo que su hijo seguía desconectado, pero cuando le enseñaba la casita decía: ¡Cristóbal!, ¡Los tres cerditos! Soplaré, soplaré y la casa derrumbaré.

Y es que hay que buscar los momentos, actividades, juegos y relaciones donde se produzca ese milagro de conexión entre los seres humanos. Esos momentos mágicos que, no sabemos por qué, hacen vincular a la infancia con la realidad. Y, en la distancia, sigo conectado con el chico de ojos azules gracias a ese cuento en el que el lobo quiere comerse a quien que no tienen conciencia sobre la realidad.

La capacidad de conectar del profesorado tiene que ver con el carácter y la actitud de cada persona, con la forma de ser, con la abertura sentimental, con el estado mental, con el equilibrio emocional, con la capacidad de introspección... En magisterio, no solo hay que estudiar las teorías introspectivas, de las que a veces carecen los planes de estudios, sino que habría que aprender sobre lo que nos pasa a quienes nos dedicamos a educar cuando nos enfrentamos a un grupo de personas que empiezan a sentir la vida. Porque hay que aprenderse, hay que ponerse en juego  y vincularse. Sólo así podremos educar al alumnado.

Si no eres capaz de mirar a los ojos de alguien, cómo vas a educar. Las niñas y los niños te huelen. No hay posibilidad de engaño con las emociones de la infancia. Conectar tiene que ver con la consideración de la otra persona desde la verdad de lo que eres. Quizás, este sea el secreto: entrar en lo personal, escuchar, mirar, sentir, sostener y conectar. Y de eso va el vínculo para educar. No sirven, por tanto, los protocolos pseudopsicológicos de técnicas que se aprenden para enseñar. No se puede educar si no nos entregamos.  Es imprescindible conectar, vincular afectivamente y darnos en cuerpo y alma. Eso me enseñó ese niño de ojos azules inquietantes a quien le cuesta mirar.

Sufro una Administración Educativo con unos ojos preciosos, pero que nunca miran donde tienen que mirar. Porque resulta que el personal educativo nos desvivimos por ayudar al niño de ojos azules; pero llevamos dos años, desde el Equipo de Orientación, pidiendo un apoyo para que le ayude a poder estar en el aula con los demás, porque no controla esfínteres y tiene ciertas necesidades. Pero esos ojos maravillosos de la Administración Educativa que se muestran en los discursos políticos, especialmente cuando hay elecciones, miran para otro lado, no saben ver la realidad.

La familia de este chico lleva dos años viniendo al colegio, diariamente, a cambiar el pañal de su hijo: y, ahora, ya desesperada, desea poner un apoyo llamado sombra mediante la asociación de Autismo, que la administración no paga, cuando la educación es gratuita y las leyes se llenan la boca con palabras de inclusión, gratuidad y diversidad.

Lástima de ojos azules preciosos que le cuesta mirar y tiene que mendigar la ayuda de una Administración insensible que, aunque muestre unos supuestos preciosos ojos, no sabe ver lo que es su responsabilidad.

 

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