26 de mayo de 2022

¿EDUCAR LAS EMOCIONES?

La educación emocional está de moda. No hay libro, congreso, jornada o programa de perfeccionamiento actual, que no verse sobre el tema. Es una muestra de la influencia de la Psicología sobre la educación. Es conveniente que el profesorado aprenda sobre las emociones pero, en la práctica didáctica no debe ser trabajada como contenido, sino sentirlas y hablar de lo que nos pasa por dentro. He visto, demasiadas veces, a niñas y niños en el aula coloreando dibujos de caras tristes y alegres mientras se aburrían como una ostra.

En mi grupo de trabajo de infantil, desde hace treinta años, nunca hicimos actividades para educar lo emocional. Siempre creímos que la emoción debía de estar enredada en cualquier proyecto o actividad de aula de manera trasversal y omnipresente. Porque somos seres emocionales, no hay otra posibilidad. No es algo que enseñar, sino que debemos tenerlo presente. Lo escribí hace muchos años en mi libro Atando sentimientos con palabras.

Siempre buscamos proyectos en donde lo emocional estaba presente. Porque la emoción no es un tema a aprender, sino una fuerza interior que nos conmueve e incita a devorar conocimientos relevantes en la infancia. Por eso tratamos temas como Los monstruos, porque sabíamos que los miedos estaban agazapados, levantando emociones en los primeros años de vida. También trabajamos muchos cuentos, porque en ellos están implícitos los conflictos emocionales de la vida. Más tarde diseñamos el proyecto Mi casas, mi calles y pueblo, porque es lo conocido, vivido y sentido cada día. Y, además, investigamos sobre Nuestros países, pensando en el alumnado que nos venía de fuera, porque sabíamos que necesitaban conectar emocionalmente con sus orígenes. Siempre estudiamos sobre cuestiones donde lo emocional surgía de forma natural. Nunca nos dedicamos a la emoción como un contenido aislado. Porque la emoción no es un tema de estudio, como está ocurriendo en muchos colegios, sino un estado de ánimo que nos invita a aprender de forma ávida y deseosa. Porque la educación es transitar por un camino emocional sobre las cuestiones importantes para nuestras vidas.

No creemos que trabajar las emociones se pueda hacer de forma aislada, con una actividad o desde una disciplina, y luego pasar a clase de Matemáticas o Lengua sin tenerlas en cuenta. Lo emocional está siempre presente, por lo que debemos formarnos para integrarla en cualquier materia, en todas las actividades, en las relaciones personales, en la diversidad de circunstancias que se dan en la escuela. Pero no solo en el contenido a trabajar está la emoción presente, también en la metodología, en las relaciones sociales que se establecen el aula, en la relación con las familias...

Por tanto, es necesario realizar actividades que hagan  aflorar las emociones: juegos grupales, canciones, teatro, cuentos, magia, pintura, bailes y toda expresión que implique conectar con el cuerpo y el alma. Es imprescindible que todo estado emocional del alumnado sea tenido en cuenta: alegrías y penas, miedos, pesares, tristezas, satisfacción, ira, sosiego y paz. Y tratarlo en las asambleas de clase, en el patio, en el pasillo… en cualquier circunstancia. Hablar de lo que nos pasa, sentimos o nos inquieta. Poner palabras a nuestras emociones derramadas. Así nos vamos construyendo como personas equilibradas y sanas.

 

1 comentario:

Maite Sbert dijo...

Totalmente de acuerdo. Magníficamente expresado.