21 de septiembre de 2025

LA FORTALEZA: REFLEXIONES SOBRE LENGUAJE, DIVERSIDAD Y APRENDIZAJE EN LA INFANCIA

Esta historia, como muchas de las que escribo, surgió en un paseo por el rebalaje de la playa. Me encanta andar donde rompen las olas mientras oigo su cantar. Me hace pensar. Esta vez, paseaba con mi compañera Isabel, maestra de Educación Infantil, felizmente jubilada como yo. Me cuenta mi amiga que en una playa de Marbella escuchó a un niño pequeño decir a sus amigos: “voy a construir una fortaleza de arena con mi excavadora”. Le vino a la mente esta anécdota al escuchar a un chico jugando en la orilla decir: “vamos a hacer un castillo”. Mientras uno dice “voy a construir una fortaleza con mi excavadora”, el otro simplemente propone “hacer un castillo”.

Juntos reflexionamos sobre la importancia del lenguaje para tener éxito en la escuela. En infantil lo constatamos cada día.
Imaginad a estos dos niños en la misma aula de Educación Infantil. Uno emplea el verbo construir en vez del genérico hacer. Además emplea un lenguaje culto, como fortaleza y excavadora; amén de construir una frase gramaticalmente más compleja. El otro chico dice un castillo, sin complementos ni remilgos. Pues bien, cuando en la escuela se enseña a leer y a pensar, el chico de Marbella tiene una gran ventaja sobre el otro chico, ya que posee mayor capacidad lingüística y, por tanto, un pensamiento más complejo. Ya sabemos que pensamiento y lenguaje van juntos (Piaget[i] y Vigotsky[ii]).

Pues resulta que, a pesar de las diferencias en la entrada a la escuela, exigimos igualdad en la salida. Como me decía mi profesor Miguel Ángel Santos Guerra en las clases de pedagogía: “No se trata de pesar el pollo sino de darle de comer”[iii]. Así que no es cuestión de evaluación sino de educar en la diversidad.

Hay quienes apuestan por la segregación: colegios para el niño de “Marbella” y colegios para el alumnado de pueblo. Hay quien cree que el chico con más lenguaje estando junto con el que tiene carencias restará sus posibilidades. Pero yo no lo veo así. Creo que la diversidad es la mejor de las soluciones.

Cuento otra anécdota.

Una chica gitana proveniente de un barrio empobrecido juega sin cesar con un compañero muy inteligente pero no se atreve a jugar. Es un chico con altas capacidades pero con dificultades de relación. Gracias a ella, acabó el curso revolcándose en la alfombra con su compañera.

En la organización de mi aula se propicia el aprendizaje mutuo. Cada cual puede enseñar a los demás. Porque aprendemos y nos educamos en compañía.

Así en la asamblea cada cual habla a su forma y manera y nos vamos corrigiendo y aprendiendo unos de otros.

En el tiempo libre por ambiente, cada cual juega a lo que quiere y aprende de las demás personitas lo que le cuesta.

Sentados en las mesas, cada cual mira de soslayo a quien está a su lado y va corrigiendo sus dificultades y aprendiendo sus carencias.

Porque la escuela debe ser el lugar en donde la diferencia se convierta en fortaleza y no en barrera.

 



[i] Piaget, J. (1984). “El lenguaje y el pensamiento en el niño” (13ª ed.). Editorial Crítica.

 [ii] Vygotsky, L. S. (2020). “Pensamiento y lenguaje” (J. P. Tosaus Abadía, Trad.). Ediciones Paidós.

[iii] Santos Guerra, M.Al (2003) “La evaluación: un proceso de diálogo, comprensión y mejora”. Ed. Narcea. 
 

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