Es
sabido que el lenguaje crea pensamiento, pero no sólo. Las palabras pueden,
también, cambiar realidades. Es necesario, por tanto, modificar los nombres
para mejorar la existencia.
Es necesario cambiar el paradigma. Nuestra función, desde esta nueva perspectiva, no se centraría en intervenciones individualizadas sobre personas con dificultades, sino en mejorar el contexto para que mejore todo el alumnado.
Algunas de estas intervenciones serían:
· Ayudar y compartir con el profesorado innovaciones metodológicas para trabajar con todas las personas de aula.
· Cambiar actitudes y concepciones a todo el personal de los centros.
· Comunicación constante con la familia para compartir visiones, experiencias y miradas sobre la marcha de sus vástagos.
· Evaluación constante de los espacios y los tiempos para posibilitar la diversidad de necesidades y deseos del alumnado.
· Tratamiento globalizado de las materias para que los aprendizajes sean funcionales, significativos y comprensibles, respetando la variedad de niveles y modos de aprendizajes.
· Propuestas de actividades didácticas, dispositivos informáticos y materiales cotidianos que superen la dictadura de los libros de textos, tan segregadores ellos.
· Superación de los exámenes como medios de evaluación discriminatoria basada en contenidos memorísticos. Evaluar, por el contrario, procesos de para la mejora de todos los elementos implicados en la educación, y no sólo en el alumnado...
Lo dicho, que para cambiar la realidad debemos comenzar por el lenguaje, que las palabras nos conforman, que somos verbos que se hacen carne, verbos que crean realidades. No somos terapeutas, somos educadores.
Empecemos
por nuestra profesión: Maestros Especialistas en Pedagogía Terapéutica.
Comenzamos mal. La denominación está determinando la acción que realizamos y es
responsable de la demanda que sufrimos. Cierto profesorado pide que
normalicemos al alumnado con discapacidad. La consideración de que somos
terapeutas presupone que tratamos con gente enferma a las que debemos curar.
Nada más lejos de la realidad. Subyace una visión en la que nos consideran
terapeutas y que nuestra actuación debe centrarse en lo individual. Es un
modelo médico que se ha asumido en el medio educativo sin cuestionamiento
crítico alguno.
No
somos terapeutas, somos educadores. Y en educación actuamos siempre en un medio
social. Aprendemos y crecemos gracias a la mirada y consideración del resto de
las personas con las que convivimos. No nos mejora un especialista sino que nos
construimos con los demás: personas que nos miren con aceptación, cariño, ayuda
y consideración.
Para
cambiar la función de quienes nos dedicamos a trabajar con la diversidad
debemos cambiar primero la denominación de nuestra especialidad. Se hace
necesario una nueva mirada, un nuevo nombre para que cambie las actuaciones.
Podríamos llamarnos “especialistas en mejoras educativas para la diversidad”, o
algo así. Desde esta concepción seríamos educadores sistémicos, con una visión
holística, que intervendríamos sobre todos los elementos que condicionan una
buena educación para todas las personas que viven en la escuela. Es necesario cambiar el paradigma. Nuestra función, desde esta nueva perspectiva, no se centraría en intervenciones individualizadas sobre personas con dificultades, sino en mejorar el contexto para que mejore todo el alumnado.
Algunas de estas intervenciones serían:
· Ayudar y compartir con el profesorado innovaciones metodológicas para trabajar con todas las personas de aula.
· Cambiar actitudes y concepciones a todo el personal de los centros.
· Comunicación constante con la familia para compartir visiones, experiencias y miradas sobre la marcha de sus vástagos.
· Evaluación constante de los espacios y los tiempos para posibilitar la diversidad de necesidades y deseos del alumnado.
· Tratamiento globalizado de las materias para que los aprendizajes sean funcionales, significativos y comprensibles, respetando la variedad de niveles y modos de aprendizajes.
· Propuestas de actividades didácticas, dispositivos informáticos y materiales cotidianos que superen la dictadura de los libros de textos, tan segregadores ellos.
· Superación de los exámenes como medios de evaluación discriminatoria basada en contenidos memorísticos. Evaluar, por el contrario, procesos de para la mejora de todos los elementos implicados en la educación, y no sólo en el alumnado...
Lo dicho, que para cambiar la realidad debemos comenzar por el lenguaje, que las palabras nos conforman, que somos verbos que se hacen carne, verbos que crean realidades. No somos terapeutas, somos educadores.
Abril de 2019
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