11 de diciembre de 2023

SOY UN MAESTRO ANTIGUO

Cada curso, me invitan para dar charlas en la Universidad de Málaga al alumnado que estudia el Grado de Educación Infantil. Este año, después de explicar mi metodología, práctica y filosofía educativa, un futuro maestro de Educación Infantil me dice que las innovaciones educativas que practico son buenas y necesarias pero, difíciles de generalizar hoy día. Yo le digo que no son teorías y prácticas nuevas. Que yo soy un maestro antiguo; que sigo las metodologías de Freinet, de Freire, Montessori, Loris Malaguzzi y otros educadores antiguos. Se produce un bloqueo cognitivo en toda la clase. Traen a un maestro supuestamente innovador y resulta que se define como maestro que reivindica la tradición. 

Y es que la dicotomía antiguo o moderno no es acertada. No siempre lo contemporáneo es lo mejor. Siempre hubo magisterios progresistas y conservadores allende los tiempos. La historia se construye con pasos hacia adelante y hacia atrás. La cuestión está en quienes dan los pasos más largos y con más sentido.

Me considero un maestro antiguo. Creo, como Freinet, que el alumnado debe crear sus textos, generando pensamiento a partir de sus vivencias; aprendí de Freire su compromiso con la sociedad y la educación emancipadora; y de Montessori, integré en mi practica el desarrollo sensorial de la primera infancia, con piedras, palos y texturas (el material Montessori que nos venden en los grandes almacenes no están en sus textos, es solo una moda que el mercado se ha apropiado); me enamoré de la filosofía de las escuelas de Reggio Emilia, centrada en la consideración de los niños como seres humanos, que poseen capacidades para desarrollarse como sujetos de derecho, y aprenden y crecen en relación con las demás personas.

Me consta que en las escuelas de magisterio se estudian estas personalidades que transformaron la escuela en tiempos pasados, como yo lo estudié en su momento. Pero siento que así no se mejora la escuela. Una cosa es enseñar y otra aprender. Lo que no se ha experimentado no se integra en lo que sabemos. Es imprescindible experimentar en carne propia las metodologías de otros tiempos. No habrá aprendizaje en el futuro profesorado si las teorías enseñadas no se sienten en carne propia.

Acabo de ver la película El maestro que prometió el mar de Patricia Font y me sentí identificado. Creo que la mayor revolución educativa ya se hizo. Ahora solo debemos llevarla a la práctica. Y eso hice en mi aula: poner oreja al alumnado, dejar que se expresaran, que pensaran y conversaran; editar textos construidos por ellos, realizar correspondencias con otros lugares y culturas…, y tener respeto a las personas que, aunque pequeñas, ya son identidades pensantes y sintientes.

Valoro al profesorado universitario que reconoce a las maestras y maestros de Educación infantil y les cede un hueco en sus enseñanzas. Creo que la teoría y la práctica o van de la mano o pierden su credibilidad. Mil gracias al profesorado universitario que se atreven a llevar a su aula a un maestro antiguo, pero que aún tiene mucho que aportar a la educación del futuro. Porque antigüedad y modernidad, teoría y práctica, lo de aquí y lo de más allá, deberían ir de la mano para mejorar la educación del futuro.

 

 

 

 

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