Conversar
es un milagro que construye seres humanos. Yo te digo, tú me dices, mientras
nos acercamos. Eres cuando me hablas, soy cuando te oigo y te digo. Somos
cuando conversamos. Ya lo dijo el Dr. Maturana, “yo llamo conversar a este
entrelazamiento de lenguaje y emociones. Por esto el vivir humano se da, de
hecho, en el conversar”.
Se produce conexión cuando nos comunicamos. Las palabras son lazos que unen cerebros y corazones. Si no hablamos, no somos nadie. Las palabras son el soporte por donde fluye nuestros pensamientos y emociones. Estamos hecho de palabras, como dijo un pajarito a Eduardo Galeano.
La gramática no es más que caminos por donde andamos para encontrarnos, las sendas del lenguaje y la comunicación. La fonética es un canto, una música celestial. La gramática son las normas necesarias que debemos de cumplir para entendernos. La semántica, la esencia, lo que sentimos, lo que queremos decir, el significado de tanto garabato. El vocabulario son los adoquines que pisamos, llenos de significados. La pragmática, el arte de la empatía y la socialización necesaria.
Y así, en ese pasear acompañados, vamos construyéndonos como seres humanos. Discurriendo por el lenguaje conversado nos hacemos personas. Somos en cuanto, armados de palabras, nos decimos y nos narramos.
Pero, hoy día, las palabras comienzan a estar huecas, vacías de tanto usarlas. Se han llenado de agujeros y ya no dicen nada. ¡Escuchad, si no, a los que mandan! No es que mientan, es que usan palabras sordas que ni dicen ni conversan, suenan huecas. Han vaciado las palabras y ya no construyen nada.
En la escuela, hay que volver a dar vida a las palabras, para que podamos entendernos, comunicar, construirnos y querernos.
Pues eso, hay que meter, dentro de la escuela, palabras vivas, palabras sinceras, palabras sentidas, palabras de amor..., palabras.
Se produce conexión cuando nos comunicamos. Las palabras son lazos que unen cerebros y corazones. Si no hablamos, no somos nadie. Las palabras son el soporte por donde fluye nuestros pensamientos y emociones. Estamos hecho de palabras, como dijo un pajarito a Eduardo Galeano.
La gramática no es más que caminos por donde andamos para encontrarnos, las sendas del lenguaje y la comunicación. La fonética es un canto, una música celestial. La gramática son las normas necesarias que debemos de cumplir para entendernos. La semántica, la esencia, lo que sentimos, lo que queremos decir, el significado de tanto garabato. El vocabulario son los adoquines que pisamos, llenos de significados. La pragmática, el arte de la empatía y la socialización necesaria.
Y así, en ese pasear acompañados, vamos construyéndonos como seres humanos. Discurriendo por el lenguaje conversado nos hacemos personas. Somos en cuanto, armados de palabras, nos decimos y nos narramos.
Pero, hoy día, las palabras comienzan a estar huecas, vacías de tanto usarlas. Se han llenado de agujeros y ya no dicen nada. ¡Escuchad, si no, a los que mandan! No es que mientan, es que usan palabras sordas que ni dicen ni conversan, suenan huecas. Han vaciado las palabras y ya no construyen nada.
En la escuela, hay que volver a dar vida a las palabras, para que podamos entendernos, comunicar, construirnos y querernos.
Pues eso, hay que meter, dentro de la escuela, palabras vivas, palabras sinceras, palabras sentidas, palabras de amor..., palabras.
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