18 de agosto de 2023

EL HUEVO SORPRESA Y OTROS CACHIVACHES

Esos cochecitos que están a la entrada de los restaurantes o junto a los kioscos, con su música repetitiva y embriagadora, soliviantan a la infancia sobremanera. Es un reclamo del mercado para que nos dejemos los cuartos. Eso lo sabemos y lo controlamos. Intentamos evitarlo, pasar de largo, buscar estrategias para posponerlo, esperanzados en que pase el trago. Pero si no podemos eludirlo, le echamos unas monedas a la máquina infernal y nuestros vástagos se pasearán un ratito, imaginando que van montados en un magnífico coche recorriendo mil ciudades con la imaginación. 

Pero el tema se ha complicado. Los supuestos beneficios de estos artefactos (que desarrollan la imaginación sintiendo que están conduciendo, mejoran el sentido vestibular con el movimiento y entusiasman a nuestros vástagos) se han endiablado. Y ahora comienzan a poner pantallas delante del coche para que la infancia deje de imaginar; una pantalla digital que simula que van conduciendo por una carretera digital, para que no tengan que generar actividad intelectual alguna (una nueva estrategia del sistema para enganchar a la infancia a las pantallas, impidiendo su desarrollo natural).

Otro caso que invade la mente de la infancia es el de los huevos sorpresas. Esas maquinitas que por un módico precio te regalan un huevo de chocolate con una sorpresa dentro. Pues resulta que se han sofisticado, y la sorpresa es un papelito con una página web o un QR para que los infantes entren, evidentemente, con el móvil de sus padres, en el endiablado internet. Otro intento de que no disfruten de un muñeco al uso con el que pudieran jugar y ensanchar su imaginación, sino que incitan a que se sumerjan en pantallas digitales.

Por último narro otro caso inquietante: en un parque de bolas (esos espacios a los que llevamos a nuestros vástagos para celebrar sus cumpleaños), se ha inmiscuido el mercado de pantallas. Además de piscina con bolas y toboganes con los que disfrutar, hay mesas con pantallas digitales que atraen a la infancia incitando a que dejen de jugar y socializarse, con estímulos musicales, luces deslumbrantes y reclamos digitales.

Debemos estar atentos en la crianza, hoy más que nunca, porque hay mil y una argucias, de poderes sin escrúpulos, intentando conquistar la mente de nuestra infancia para ensanchar el mercado y generar una futura clientela.

Tenemos que estar alerta porque estamos rodeados. Y si un gobierno cualquiera intenta coartar tales desmanes lo acusan de quebrantar la libertad. Pero hay que diferenciar entre libertad de mercado (libertad de los lobos gobernando a las gallinas), con la libertad de generar pensamiento autónomo, y eso solo es posible si cuidamos la educación de la infancia, librándola de tantas pantallas que determinan el pensamiento autónomo.

Dijo Marco Aurelio, hace dos mil años,  que todo lo que escuchamos es una opinión, no un hecho. Todo lo que vemos es una perspectiva, no la verdad. Por eso es imprescindible que la infancia evite las pantallas, para que no imaginen verdad en donde solo hay espejos que simulan la realidad. Nos lo advirtió Platón en el mito de la caverna, nos lo recordó Saramago en su novela La caverna. Es necesario distinguir lo que es narración construida por la posverdad de lo que es la verdad sentida. Es por eso que debemos evitar que la infancia consuma pantallas cuando se está construyendo, porque el disfrute experimentado es momentáneo y determina la forma de pensar para toda la vida.

Creo que, en los primeros años, hay que evitar las pantallas (nada de espejos que alteren a una infancia en construcción), porque impedirán un pensamiento acorde con la realidad. Es por eso que debemos estar atentos a los huevos sorpresas y a otros cachivaches, que ponen anzuelos a nuestra infancia para que piquen, porque construirán un futuro desolador.

Por el contrario, es necesario más naturaleza, más socialización, más parques, pinturas, cuentos, teatros, poesía, bailes y canciones, tanto en la escuela como en casa, para que las futuras generaciones sigan construyéndose sin sorpresas ni cachivaches.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que maravilla de artículo, y cuánta verdad relatas… gracias maestro 🌹