Esos cochecitos que están a la entrada de los restaurantes o
junto a los kioscos, con su música repetitiva y embriagadora, soliviantan a la
infancia sobremanera. Es un reclamo del mercado para que nos dejemos los
cuartos. Eso lo sabemos y lo controlamos. Intentamos evitarlo, pasar de largo,
buscar estrategias para posponerlo, esperanzados en que pase el trago. Pero si
no podemos eludirlo, le echamos unas monedas a la máquina infernal y nuestros
vástagos se pasearán un ratito, imaginando que van montados en un magnífico
coche recorriendo mil ciudades con la imaginación.
Pero el tema se ha complicado. Los supuestos beneficios de
estos artefactos (que desarrollan la imaginación sintiendo que están conduciendo,
mejoran el sentido vestibular con el movimiento y entusiasman a nuestros
vástagos) se han endiablado. Y ahora comienzan a poner pantallas delante del
coche para que la infancia deje de imaginar; una pantalla digital que simula
que van conduciendo por una carretera digital, para que no tengan que generar
actividad intelectual alguna (una nueva estrategia del sistema para enganchar a
la infancia a las pantallas, impidiendo su desarrollo natural).
Otro caso que invade la mente de la infancia es el de los huevos sorpresas. Esas maquinitas
que por un módico precio te regalan un huevo de chocolate con una sorpresa
dentro. Pues resulta que se han sofisticado, y la sorpresa es un papelito con
una página web o un QR para que los
infantes entren, evidentemente, con el móvil de sus padres, en el endiablado
internet. Otro intento de que no disfruten de un muñeco al uso con el que
pudieran jugar y ensanchar su imaginación, sino que incitan a que se sumerjan en
pantallas digitales.
Por último narro otro caso inquietante: en un parque de bolas (esos espacios a los que
llevamos a nuestros vástagos para celebrar sus cumpleaños), se ha inmiscuido el
mercado de pantallas. Además de piscina con bolas y toboganes con los que
disfrutar, hay mesas con pantallas digitales que atraen a la infancia incitando
a que dejen de jugar y socializarse, con estímulos musicales, luces deslumbrantes
y reclamos digitales.
Debemos estar atentos en la crianza, hoy más que nunca,
porque hay mil y una argucias, de poderes sin escrúpulos, intentando conquistar
la mente de nuestra infancia para ensanchar el mercado y generar una futura
clientela.
Tenemos que estar alerta porque estamos rodeados. Y si un
gobierno cualquiera intenta coartar tales desmanes lo acusan de quebrantar la
libertad. Pero hay que diferenciar entre libertad de mercado (libertad de los
lobos gobernando a las gallinas), con la libertad de generar pensamiento
autónomo, y eso solo es posible si cuidamos la educación de la infancia,
librándola de tantas pantallas que determinan el pensamiento autónomo.
Dijo Marco Aurelio, hace
dos mil años, que todo
lo que escuchamos es una opinión, no un hecho. Todo lo que vemos es una
perspectiva, no la verdad. Por eso es imprescindible que la infancia evite
las pantallas, para que no imaginen verdad en donde solo hay espejos que
simulan la realidad. Nos lo advirtió Platón
en el mito de la caverna, nos lo
recordó Saramago en su novela La caverna. Es necesario distinguir lo
que es narración construida por la
posverdad de lo que es la verdad sentida. Es por eso que debemos evitar que
la infancia consuma pantallas cuando se está construyendo, porque el disfrute
experimentado es momentáneo y determina la forma de pensar para toda la vida.
Creo que, en los primeros años, hay que evitar las pantallas (nada
de espejos que alteren a una infancia en construcción), porque impedirán un
pensamiento acorde con la realidad. Es por eso que debemos estar atentos a los huevos sorpresas y a otros cachivaches, que ponen anzuelos a
nuestra infancia para que piquen, porque construirán un futuro desolador.
Por el contrario, es necesario más naturaleza, más
socialización, más parques, pinturas, cuentos, teatros, poesía, bailes y
canciones, tanto en la escuela como en casa, para que las futuras generaciones
sigan construyéndose sin sorpresas ni cachivaches.
1 comentario:
Que maravilla de artículo, y cuánta verdad relatas… gracias maestro 🌹
Publicar un comentario